De La Plata a La Pampa
René G. Favaloro nació el 12 de julio de 1923 en La Plata. Recién recibido de médico, le ofrecieron un puesto en el Hospital Policlínico, previa firma de un documento manifestando su adhesión al el gobierno de Perón. Favaloro no aceptó, ya que veía semejante solicitud como un atropello a su libertad ideológica. Surgió entonces la posibilidad de viajar a Jacinto Aráuz, un pequeño pueblo de La Pampa en donde pudo desempeñarse como médico rural durante 12 años; una experiencia que lo marcaría de por vida.
La revolución cardiológica
Su interés por la cirugía torácica lo llevó a perfeccionarse en los Estados Unidos. Dejar Jacinto Aráuz no resultó una decisión fácil, pero fue necesaria para que, a su regreso, pudiera brindar su ayuda a mayor escala. Su estadía en el país del norte duró alrededor de diez años. En ese período revolucionó el campo de la cardiología a partir del desarrollo del bypass, técnica quirúrgica coronaria que desde su invento salvó innumerables vidas. Pudo Favaloro haber optado por llevar una vida académica exitosa y tranquila en Norteamérica, pero su misión fue regresar al país con el afán de brindarse a los argentinos, especialmente a los más necesitados.
La Fundación Favaloro
En 1971 emprende su regreso y comienza a gestar el proyecto de lo que sería 4 años más tarde la Fundación Favaloro, entidad sin fines de lucro, dedicada a la investigación, educación y asistencia médica. Aún hoy, la fundación sigue siendo referente indiscutida de profesionales de la medicina, estudiantes, pacientes y organizaciones con intereses sociales.
La decisión final
Los organismos médicos más prestigiosos del mundo no cesaron de premiarlo y celebrar sus hallazgos científicos a lo largo de toda su carrera. Sin embargo, Favaloro se sintió profundamente abrumado por los graves problemas financieros que atravesó la fundación durante la década del ’90. El Estado decidió interrumpir los subsidios, las obras sociales cancelaron sus pagos, las deudas se acrecentaron hasta que, sumido en la desesperación y la soledad, el 29 de julio de 2000, puso fin a su vida con un disparo en el corazón. La grandeza de sus logros médicos es pequeña en comparación con su grandeza humana. Si a eso le sumamos su doloroso final, la vida y obra del Dr. Favaloro nos deja con una sensación de asombro y desazón, semejante a encontrarnos de pie frente a un abismo inconmensurable. Aún así, sus palabras y enseñanzas calan hondo en el corazón.