31 de Marzo, Día Nacional del Agua ¡A no dejarlo correr!

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Elemento y recurso vital de la vida, el agua tiene su propio día. Aquel que invita a no olvidar su condición y ser consientes de su cuidado.

Por Resolución Ministerial dictaminada en el año 1970, el 31 de Marzo es reconocido, en nuestro país, como el día Nacional del agua. Sin embargo, la conciencia establecida sobre dicho reconocimiento excede los límites de una simple efeméride. Tan simple como vital, tan preciada como fundamental, el agua es al hombre lo que el aire. ¿Cómo habríamos de vivir sin respirar? Bien valdría preguntarnos, entonces, si es posible hacerlo sin este bendito líquido.

Haciendo números

Hidratación de seres humanos, animales y hasta de todo vegetal que surja de la madre tierra; limpieza y aseo; generación de recursos energéticos… y la lista sigue. El agua está ligada a la vida cotidiana de todo ser vivo; aunque de tan común pareciera difícil identificar la cantidad de procesos a los que se encuentra ligada. ¡Si hasta es el principal componente del cuerpo humano! Y así, como algo intrínseco e innato, es que debemos concebirla. De cuidar nuestros recursos hídricos va el asunto. Y, ante ello, nada mejor que comenzar por entender la compleja trama que nos los provee. Esa que es capaz de revelarnos unas cuantas verdades. ¿La primera? El 71% de la superficie terrestre se encuentra cubierta por el agua. Sin embargo, el agua es un recurso renovable, limitado, frágil y vulnerable. Aunque parezca una conclusión propia del reino del revés, vale aclarar que sólo el 3% de agua del mundo es dulce (el 97% restante abarca mares y océanos). En otras palabras, sólo ese ínfimo porcentaje es apto para el consumo humano. Y, para colmo, resulta de muy difícil acceso. Sólo un 2,997% de ese pequeño reservorio se sitúa en casquetes polares y los glaciares. Por lo que los números se achican aún más: apenas el 0,003% del total del agua de nuestro planeta se encuentra más a mano. ¿Dónde? En los lagos y ríos, en la humedad del suelo, en mismo vapor del vapor de agua y en las corrientes subterráneas aprovechables.

El quid de la cuestión

¿Fin de la paradoja? Déjeme decirle que no. Porque, en contraposición a la desalentadora realidad que parecen arrojar los números, la verdad es que el problema no radica precisamente en la falta de agua dulce; sino su mala distribución. Utilizado mayoritariamente con fines agrícolas, este recurso es víctima de sistemas de riego ineficiente. A lo que también se suma la utilización de fertilizantes y demás productos químicos, quienes son arrastrados por las aguas de lluvia hacia ríos y arroyos. Esta realidad, sumada al crecimiento de las urbes y el desarrollo industrial, ha hecho entrar en acción a un riesgoso factor: la contaminación. ¿Qué si todo está perdido? Sin dudas que no. Al fin y al cabo, nada mejor que conocer el origen del desperfecto para poder solucionarlo. Y lo cierto es que, en el engranaje distributivo del agua, la mano del hombre también ha hecho transformaciones dignas de pulgar en alto.

Pulgar arriba

Sin ir más lejos, las represas hidroeléctricas, construidas en sitios y condiciones adecuadas, representan un brazo abastecedor de recursos en varios sentidos. Son capaces de transformar en áreas cultivables zonas cuasi desérticas y desprovistas de toda humedad natural. Al tiempo que producen energía no contaminante y renovable. Asimismo, varios son los embalses en los que las actividades náuticas están a la orden del día. Por lo que el turismo y la recreación también aparecen en escena. ¿Será que habrá que cambiar el refrán? A fin de cuentas, el agua mueve al mundo. Aunque, para muchos, aún lo haga el la plata. De nosotros depende entonces. Ya no sólo la conciencia sobre cuál es el verdadero tesoro del Planeta Tierra; sino la responsabilidad de resguardarlo, protegerlo y conservarlo. Desde las iniciativas surgidas de grandes movimientos hasta los pequeños actos de la vida cotidiana. Todo suma y colabora.

Ahora ya está avisado. Cuando abre la canilla; agua que no ha de beber, no la deje correr. Y, por cierto, la importancia de este día, tampoco.