A revivir una danza de antaño invitamos hoy a usted, ritmo mazorquero que más de un julepe llegó a meter. Es la Refalosa Federal, aquella que la mazorca de don Rosas incitó a bailar. Folklore amedrentador y popular, pa’ que los unitarios dancen sin chistar.
Pasando la escoba
Afamada y agraciada resultó la Refalosa, sobre todo si de la divisa punzó era usted portador. Es que, popularizada durante el régimen rosista, en más de un unitario supo infundir temor. Prima de la Zamacueca, el Gato, el Escondido y la Mariquita, entre otras, esta picaresca danza no ha escatimado galanteo entre sus intérpretes. Alternando vivaces estrofas con fragmentos algo más lentos, aquellos en los que el paso se volvía, por así decirlo, “aminuetado”, casi cansino, la Refalosa supo ser de esos bailes de pareja suelta en los que las miradas van y vienen, siempre en búsqueda mutua complicidad. La sutil arrastrada de los pies así lo permitía, entre vuelta y vuelta, entre copla y copla, cuando llegaba el turno del Escobillado, y el hombre ejercía su zapateo “arrastrado”; mientras la doña también zarandeaba a paso deslizado. Sí, sí. Como si este par simulara pasar la escoba por el mismísimo suelo. De barrida en barrida iba este baile, de escobilleo en escobilleo; procurando que, de tanto arrastre, ningún resbalón inoportuno termine en desastre.
Federal y nacional
Así pues, la Refalosa también supo ser conocida como Resbalosa. Y hasta algún que otro mote se ha ganado fuera de los límites bonaerenses. Lejos de toda pica unitaria-federal, la Refalosa también ha echado raíces en las norteñas provincias de Santiago del Estero y La Rioja, además de anclar en los pagos de cuyo, allí donde tomó vida la llamada Refalosa cuyana, y en la provincia de La Pampa, donde se originara la Refalosa pampeana. Algunas de ellas con pañuelos agitados al aire, otras con repiqueteo de castañetas; lo cierto es que, más allá de las diferencias esbozadas en cada versión de esta danza, el paso arrastrado, ese desplazamiento de pies casi resbaladizo, ha sido el sello clásico e inmutable de la Refalosa. Claro que algún resbalón supo ser más temido que otro; aunque no así temerario. Pues si de alguna audacia no se jactaban los unitarios es de los macabros resbalones a los que, dicen que dicen, en verdad aludía la Refalosa Federal. Si más de uno habrá querido quedarse solito y solo, perfumado, peinadito… ¡y sin bailar!
¡Guarda con el refalón!
Refalosa, Refalosa
no te vas a refalar,
porque viene la Mazorca
y te puede degollar.
Picantitas y simpaticonas siempre han resultado las letras de la Refalosa; más no caben dudas de que estas estrofas con usted compartidas, aquellas que el escritor costumbrista Justo P. Sáenz hijo recogiera de una antigua Zamba-Refalosa, no son dignas de gracia alguna. Pues la temerosa Mazorca, fuerza armada del Restaurador Juan Manuel de Rosas, ha hecho bailar a unos cuantos. ¿Es usted un unitario de ley? ¿Un declarado opositor al mandamás federal? ¡Guarda con el refalón! Que cuando llega la hora del degüelle, y la sangre del “salvaje” sea un charco a su alrededor, el resbalón está a la orden del día, y del jocoso alboroto federal que, tras la aniquilación, sí que causaba pavor.
Así las cosas, la Refalosa Federal ha sabido tener sus adeptos y aterrados detractores; más también su inevitable ocaso, aquel que sobreviniera tras la caída de Rosas, en 1852. Sin embargo, bien vale rescatar de la memoria este baile en extinción. Pues, sin mazorqueros a la vista, tan pícaro ritmo a la danza incita; y, claro está, a más de un resbalón a usted lo invitan. ¡No vaya a decir que no!