Mujeres asadoras Nerca en el Clarín

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Mujeres asadoras: la parrilla ahora también es un territorio femenino.

Un aplauso para ellas por Adriana Santagati

Una comunidad online ya reúne a más de 17.000 fanáticas del asado. Y en el rubro gastronómico las parrilleras empiezan a pasar al frente.

Los avances de las mujeres en todos los ámbitos son tantos que afortunadamente dejaron de ser novedad. Y hasta el último bastión masculino, ese que ellos se resistían a ceder incluso más que el auto, está empezando a cambiar de dueño: la parrilla. Por supuesto que siempre hubo mujeres que prendían el fuego y asaban para su familia, pero eran la excepción: ahora, de a poco, las asadoras se encaminan a llegar a ser la regla.

Las fotos que suben a Facebook en la comunidad Asadoras Argentinas son una prueba. Parrillitas en un balcón, costillares en un asador criollo, reunión alrededor de un chulengo: detrás de esas brasas siempre hay una mujer. “Tenemos más de 17.000 usuarias, la mayoría de Argentina, pero también de Uruguay y otros países”, cuenta Sandra Honczar (44), su creadora. Todos los jueves, el marido de Sandra se va y ella se junta con sus amigas en su casa de Banfield. “El asado te reúne, te junta. Es conexión con la tarde que se hace noche, la naturaleza, los amigos”, enumera.

Susana Maldonado es otra integrante activa del grupo. “El domingo hago pollo al disco”, anticipa esta ama de casa de 53 años. Aprendió a asar desde chica, mirando a los hombres, y después con los programas de cocina. Y encontró la fórmula para que el asado no sea un conflicto familiar: un día cocina su marido, otro ella. “A los hombres les gusta que las mujeres tomen las riendas. En el fondo, aunque no lo digan, nos admiran”, asegura.
Sandra cree que el avance femenino en este terreno tiene que ver con los cambios sociales de las últimas décadas: “Las mujeres hoy son independientes, separadas, divorciadas, crían solas a sus hijos”. Ella empezó a hacer asado porque le encantaba ver a su padre cuando era una nena. “Siempre me decía ‘algún día me lo vas a hacer vos a mí’. Llegó ese día y lo hice”, recuerda con afecto a quien la inició.
Gabriela Mechura también evoca a su papá, el asador familiar. “Murió hace casi dos años, pero en cada oportunidad que se celebra algo en mi casa, hago el asado en su honor”, dice.

Para Verónica Berbel, docente y madre de dos hijos, el asado es una terapia: “Me entusiasma mucho planificarlo. Es un respiro a la rutina de la semana”.

Pero las mujeres no hacen asado sólo por hobby, sino que las asadoras están irrumpiendo también en la escena gastronómica. El caso más emblemático es el de Patricia Ramos, al mando de una parrilla top (ver Jefa en…). No es la única: en Checho, del creador de la Escuela de Parrilleros, trabajan dos. “Una vez estuve de viaje y faltó el parrillero que me reemplazaba. Gloria Vivalldo, que era ayudante, se hizo cargo. Desde entonces quedó trabajando y después se sumó Susana Olazar”, cuenta Carlos López.
En acción. Sandra prepara el asado en su casa de Banfield (Martín Bonetto)

Hace 10 días, cuatro mujeres se encargaron de cocinar en el último Banquete Nerca, el ciclo de cenas dedicadas a la cultura carnívora. En la cocina de Pulpería Quilapán, Mariana Pagés saca a relucir su experiencia como organizadora de eventos en la previa de la comida para 150 personas. “Invitamos a un grupo de amigas a cocinar”, dice, reforzando el vínculo asado-amistad.

Una de esas amigas es Luisa González de Urquiza, una pionera: fue la primera chef ejecutiva de la parrilla Fervor. Ella reconoce que es un trabajo duro, por el calor y el esfuerzo, y por eso se ven más hombres. “Pero en casa, chicas, hay que animarse, es fácil”, arenga.
Maju Bacigalupo cocinó con Mallmann, se dedica a los eventos y la consultoría y desmitifica que la parrilla sea cosa de hombres: “Es una percepción porteña. En el interior, el fogón lo manejan las mujeres”. Patricia Courtois fue cocinera de Cancillería y hoy dirige el bistró de la Alianza Francesa. Le encanta asar, pero confiesa que lo hace poco porque disfruta de ese agasajo masculino: “Yo hago todo lo demás. El asado me gusta que me lo hagan ellos”. Porque en asar o no asar se juega también una reivindicación de género.

Opinan los hombres

Alberto Samid (empresario frigorífico): “Soy el rey de la carne, pero en mi casa los asados los prepara mi mujer. Yo no hago nada de mina y la cocina es cosa de ellas”.

Guillermo Calabrese (cocinero, director de la escuela de cocina Gato Dumas): “No hay diferencias entre hombres y mujeres para cualquier actividad gastronómica y menos en la parrilla. Está bien que se animen”.

Guillermo Coppola (empresario):  “Mi parrilla está abierta para todos: hombres, mujeres, travestis. El mejor asado que comí en mi vida lo hizo una mina”.

Consejos para las que quieren empezar

Prender el fuego es una de las tareas más complejas de la preparación del asado. Y cada asador tiene su método. Aquí, dos de las parrilleras consultadas por Clarín dan sus consejos para las mujeres que recién se inician en las brasas.

La chef Patricia Ramos remarca que tener un buen fuego es fundamental: “Hay que hacer buena brasa y, cuando está bien hecha, con el carbón mitad negro y mitad encendido, se debe desparramar en la parrilla. Poner la carne y de a poquito, con ese fuego bajo, lo vas haciendo”. Cuando prepara el fuego para un asado en su casa, Patricia arma “un cono de carbón con un papel en el medio. Prendés el papel y el carbón se va prendiendo también”. Pero reconoce que cuando uno se acostumbra a comer asado con madera de quebracho “es difícil volver al carbón”.

Sandra Honczar, de Asadoras Argentinas, recomienda conseguir maderitas, por ejemplo de un cajón de verduras. “Agarrás un disco de algodón demaquillante y le ponés alcohol. Le armás una torrecita con la madera. Alrededor de eso le ponés el carbón. También podés poner una rosca de papel o bollitos y lo encendés”, explica. Dice que el carbón “no tiene que estar todo roto porque así no sirve”. Una vez que está “bien blanquito” se lo va pasando a la parrilla. Ahí, dejar que se calienten bien los fierros y poner la carne, con el hueso hacia abajo. “Cuando está oscura está lista para dar vuelta”, dice.

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