El aceite de oliva es uno de los ingredientes preferidos de los argentinos para preparar determinados platos o, en su defecto, dar un toque de sabor final a otros ya servidos. Este aderezo de inconfundible sabor a hierbas deriva del procesamiento de la aceituna, fruto del olivo, y será de calidad mientras logre corporizar en un envase todas las cualidades de dicho fruto.
Saber elegir
La versión extra virgen del aceite de oliva es la más fiel a los principios activos del olivo. La característica que lo define en primera instancia es que se obtiene exclusivamente por procedimientos mecánicos, con una primera extracción, sin la intervención de aditivos químicos. Esto garantiza la conservación de sus propiedades naturales. Los aceites refinados, en cambio, ven alterada su pureza y, por lo tanto, sus extraordinarias virtudes. Por eso, a la hora de elegir este producto, se recomienda leer la etiqueta para verificar sus componentes y detectar si ha sido mezclado.
Lo barato sale caro
¿Por qué es tan costoso? Porque requiere de la implementación y seguimiento de un proceso productivo meticuloso, medido y exigente, que conduzca al equilibro justo entre acidez, textura, sabor y aroma. La fórmula acertada la tienen, sin duda, quienes llevan la delantera en el mercado. Este es uno de los casos en que pagar un alto precio vale la pena.
La naturaleza en función del cuerpo
El consumo de aceite de oliva no se remite a lo gastronómico. También ha sido incorporado al uso cosmético mediante cremas, aceites, máscaras capilares, shampoos, etc, con excelentes resultados sobre la piel, el cabello y las uñas. Esto se debe a su contenido de vitaminas y minerales, y a su alto valor nutritivo, antioxidante y reconstituyente, que promueve la regeneración celular y ayuda a demorar el envejecimiento dérmico.
Como más te guste
Está perfecto enamorarse de sus beneficios, pero no por ello debe descuidarse su correcta dosificación, ya que posee un elevado contenido graso. El aceite de oliva no fue creado para un uso abusivo, sino para ser disfrutado con sutileza. Un leve baño sobre papas al natural bien calientes, una cucharada sobre una ensalada de rúcula y queso parmesano, una lluvia sobre las hortalizas del puchero dominguero o como base para el pesto de la abuela, siempre aportará sabor, salud y vigor a nuestra existencia. Y, tal vez, una intención de siesta.