Discapacidad, una lección capacitadora

FOTOTECA

¿Tenemos la capacidad suficiente como para que la discapacidad sea una verdadera chance de crecimiento empresarial? Pase y reflexione.

“Las personas con discapacidad tienen bajo rendimiento laboral, son poco productivas”. “Mi empresa no es accesible para personas con discapacidad. No puedo invertir en adaptarla”. “Las personas con discapacidad deben ser poco cumplidoras”. “Tengo dudas de que el resto del personal acepte a las personas con discapacidad”. “Los clientes pueden sentirse incómodos al tratar con personas con discapacidad”… Y la lista sigue. ¿De qué hablamos? De los prejuicios existentes a la hora de pensar en incluir a una persona con discapacidad dentro de una empresa o negocio. Sí, nunca tan bien dicho: pre-juico, o juicio previo. ¿A qué? A los réditos y beneficios que la inmersión de personal discapacitado es capaz de conducir. Pase, les y lego juzgue. O, mejor dicho, saque sus propias conclusiones.

Bajo la lupa

Si el que busca, encuentra, la cosa no es muy distinta cuando de discapacidad hablamos. Por lo que el quid de la cuestión pasa por afinar el lápiz a la hora de buscar candidat@s. ¿Para qué enfocarnos en determinada limitación de tal o cual postulante si lo que importa es su fortaleza para la tarea en que es potencialmente precis@? De hecho, las experiencias dan cuenta que la mayoría de las personas con discapacidad tiene un alto compromiso con las tareas asignadas. ¿Imagina por qué? Las escasas posibilidades de acceder a un puesto laboral hacen que se preocupen por cuidar y mantener su trabajo, por que el empleador se beneficiará no solo con la comprometida labor diaria, sino chances prácticamente nulas de rotación en el puesto ocupado; por lo que se olvidará de búsquedas y capacitaciones reiteradas. Incluso, estudios aseveran que la incorporación de una persona con discapacidad mejora el clima laboral, incentivando la solidaridad y compañerismo en el resto del personal. En la otra cara de la moneda, no existen razones por la cual un cliente manifieste rechazo al respecto si se encuentra debidamente atendido (una vez más, el acierto puesto en la selección). Incluso, será más factible una mirada favorable al apoyo de la integración que un rechazo discriminatorio. ¿Qué entonces el problema pasa por la adaptación del espacio existente? Las variables de accesibilidad del entorno también deben tenerse en cuenta antes de la selección, para que la discapacidad contemplada revista determinadas modificaciones, o tal vez ninguna. ¿Queda claro, pues, que el mayor requisito es tener ganas?

Cuando le debilidad fortalece

Dar el primer paso es el mayor desafío, desde luego. Pero aún nos restan más motivos alentadores para atrevernos. Vea usted: si una búsqueda eficiente asegura un/a buen@ emplead@, que además se preocupará quizá más que nadie en mantener su puesto, le sumamos también que su capacidad para cumplir su tarea –sí, capacidad– puede ser mayor, la opción cierra por todos lados. ¿Cómo así? Ocurre que algunas personas discapacitadas pueden adquirir destrezas superiores o únicas dado que, justamente por las limitaciones que imposibilitan otras. Por ejemplo: un/a hipoacúsic@ resultará ideal para sitios de trabajo con alto ruido sin sufrir las consecuencias que personas sin discapacidad auditiva habrían de sufrir. Incluso, en condiciones ecuánimes, aquello también es una fortaleza para evitar distracciones en tareas en que la concentración es vital. Del igual modo, las personas con síndrome de Down son muy eficientes para las tareas repetitivas; así como quienes cuentan con alguna minusvalía física-motora resultan ideales para tareas en las que es preciso permanecer mucho tiempo en el mismo lugar (de hecho, mucho más de quien goce de todas sus posibilidades para moverse), o mismo las personas con discapacidad visual si trabajar en espacios oscuros o con baja luminosidad se trata.

Un paso adelante

Si la innovación siempre asoma como la clave del éxito en todo negocio, no podemos olvidar que la discapacidad asume un rol de importancia en ello: sea cual fuera, siempre implicará la generación de experiencias transformadores en el entorno de trabajo, así como conocimientos únicos, generados desde la propia posición de quienes la posean. Como si poco fuera, la reputación corporativa también se verá beneficiada, tantos puertas adentro como en el afuera. Pertenencia, orgullo, respeto y admiración son algunos de los sentimientos suscitados. Y si del vil metal hablamos, el viento, o la ley, también sopla a favor: en Argentina son varios los beneficios impositivos percibidos por contratar una persona con discapacidad. Entre ellos, nada menos que la reducción del 70% del impuesto a las ganancias o sobre capitales. ¿Qué tal?

 

Porque más vale que de juicios y no prejuicios vaya la cosa, esperamos estas líneas resulten un aporte más que concienzudo. Y que la discapacidad aliente, ante todo, la capacidad de ya no verla como un problema; sino como una oportunidad.

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