Súper Usina Puerto Nuevo, la encantadora de retinas

FOTOTECA

Copando el horizonte rioplatense, la Súper Usina encanta a propios y extraños. Historia de una industria disfrazada de templo griego.

Ama y señora de todas las miradas, se alza en el horizonte rioplatense ufana de su dualidad. ¿Es ella una perla arquitectónica? Sí. ¿Tal vez un recinto sagrado? No. Aunque los 140 metros de largo que contempla su “nave” principal se encarguen de alimentar tal confusión; así como sus torres coronadas por templetes, así como su fachada de más de 70 metros de alto. Sin embargo, lejos de toda divinidad, lo de la Súper Usina Puerto Nuevo ha sido, y es, pura practicidad. Al servicio de la pragmática industria por sobre toda omnipresente fe, esta colosal belleza fue erigida con un único y no menos destacado propósito: generar electricidad.

 

Endiosada

Inaugurada en 1933, la Súper Usina Puerto Nuevo nació del buen genio de un inmigrante: el arquitecto e ingeniero italiano Giuseppe Molinari, arribado a la Argentina en 1926 por expreso pedido de la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad. Y lo cierto es que la tanada no terminaría allí, porque la impronta de la Súper Usina mucho le debe a un no menos talentoso coterráneo de Molinari: Andrea di Pietro della Góndola, más conocido como Andrea Palladio. ¿El por qué de tal seudónimo? Un guiño a la diosa griega Pallas Atenea, en tanto las evidentes pinceladas de arquitectura griega presentes en sus obras no pudieron menos que gestar tal homenaje, además de fundar el llamado estilo “palladiano” allá por el siglo XVI. ¿Ahora entiende en quien se inspiró el bueno de Molinari para hacer de un edificio industrial esta especie de templo del Olimpo? Para muestra basta una ojeada.

 

Más súper que nunca

¿Acaso nuestra protagonista dispara algún tiro por elevación a su condición de Usina? Por supuesto que sí. Más allá de las tareas desarrolladas puertas adentro, la Súper Usina también es cómplice de su gen industrial a partir de su sola localización: la avenida Tomás Edison al 2701. ¡Nada menos que el padre de la bombita eléctrica! Y a su juego la llamaban, pues, en aquellos flamantes años ’30… Es que la Súper Usina (nunca tan súper) fue capaz elevar la producción de kilovatios de la Ítalo (la cual llevaba su buen puñado de años en el país) a la nada despreciable cifra que 350.000. Porque Buenos Aires crecía y crecía, y con ella una demanda a la que la Súper Usina supo, nunca tan bien dicho, seguirle la corriente.

 

Pasamanos

El hecho fue que, aunque usted no lo crea, este gigante de la electricidad también quedó chico con el correr de los años. Por lo que en 1951 llegó el turno de la ampliación a cargo de la empresa General de Obras Públicas, en tanto la planta quedó entonces a cargo de la Municipalidad. Luego, las burocracias y los pasamanos políticos la colocaron bajo el ala de la ya desparecida empresa de Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires. Mientras que los años ’90 no la excluirían de su aluvión privatizador: desde 1992 la Súper Usina pertenece a Central Puerto S.A, aunque su propósito nada entiende de caducidades.

 

Que la producción de kilovatios para la que fue concebida se superara en megavatios puede que haya escapado a toda proyección de Molinari. Más lo que el tano de seguro nunca imaginó es que su engalanadora presencia en el horizonte portuario no se eclipsaría ni con las más despampanantes y modernosas construcciones de los venideros siglos. ¿O sí? El zorro sabe por zorro pero más por viejo, como dice el refrán. Y el bueno de Molinari sí que se las sabía lunga. A las pruebas no remitimos…