Renovador del género fantástico en Argentina, Adolfo Bioy Casares es uno de esos autores que no puede dejar de leerse cuando de literatura variada se trata. Supo redactar con maestría textos de tendencia enigmática, sobrenatural y policial con rara simpleza y gran elocuencia. Fue uno de esos genios del arte capaces de construir con letras lo que aún la realidad no se había permitido experimentar.
Crecimiento intelectual
Nacido dentro de una familia acomodada no tuvo inconvenientes para que se único foco estuviera en la literatura. Fue un breve estudiante universitario, su permanencia dentro de la institución llegó a causarle decepción y abandonó sin concluir los estudios. No necesitó un título para estudiar por su cuenta y fue así como alojado en la estancia familiar se dedicó casi exclusivamente a la lectura que sería una fuerte cosecha para su vasta producción literaria posterior. En ese contexto conoció, gracias a Victoria Ocampo, a Jorge Luis Borges, con el que compartiría varias escrituras posteriores. En ese círuclo también conoció a su futura esposa, Silvina Ocampo, hermana de su cercana amiga.
Enigmática escritura
Un raro “realismo” puede analizarse en las producciones de Bioy Casares que, en gran medida, suelen hacer referencia al mundo de los intelectuales. Sin embargo, esta percepción, no es en absoluto libre o lineal sino que viene matizada por una suma de elementos fantásticos y por momentos inexplicables que hacen que la lectura no sea tan clara como reflejo del mundo. Suele generar ciertas inversiones de los relatos clásicos de manera que podría encontrarse un policial invertido o un género de suspenso que no es tal. Abundan también las temáticas eróticas dentro de su literatura pero siempre matizadas bajo las metáforas y finales irreparables.
Un hito: La invención de Morel
Tuvo tal vez la gracia de una difusión internacional esta novela, La invención de Morel, cuando apareció en manos de un personaje de la serie televisiva Lost y la mirada se reorientó a ver el por qué de esta inclusión. Sucede que como en la serie, en la novela, los personajes se encuentran sorprendentemente en una isla misteriosa donde ocurren situaciones fuera de lo común. Editada en 1940 es también uno de esos ejemplos que permiten vincular a los escritores con la calificación de “videntes” o precursores sobre la realidad. Esto se debe a que aparece creada en la novela la revolucionaria tercera dimensión cuando la tecnología aún no había hallado la manera de generarla. Los personajes interactuaban constituidos en especies de hologramas y nadie pudo dejar de vincular esta inventiva con lo que después la ciencia logró.
Adolfo Bioy Casares fue reconocido por la cultura y recibió el premio Cervantes en 1990 entre otros. ¿Nunca leíste a Bioy? Has la prueba, cuesta un poco, pero lo vale.
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