¿En serio nos comimos el cuento de que Cristóbal Colón fue el primero en llegar a América? La realidad es que este prodigioso personaje no fue tan pionero en el Nuevo Mundo como la gallina sin cola, que produce huevos azul verdosos y no tiene pasaporte europeo. La gallina mapuche es la única en su especie que se caracteriza por ser doméstica y prehispánica. A diferencia de las criollas, ella no picotea.
“Los relatos antiguos hablan de un pacto entre gallinas y gente de la tierra. Las gallinas darían a la gente huevos azules, la gente de la tierra les entregaría cuidado y honraría su presencia en las ceremonias de agradecimiento o de ruego. Fue un acuerdo recordado en los cuerpos de colloncas y ketros, que transmiten el mensaje del huevo azul cuando el pacto se respeta.” Angélica Celis Salamero.
El origen de esta ave ha planteado numerosos interrogantes. La principal controversia radicaba en la preexistencia de estas gallinas ante la llegada de los europeos al continente. Como diría Jack el Destripador, vamos por partes. Es bien sabido que los mapuches tuvieron contacto con tribus polinesias a partir del siglo IX. De hecho, numerosas palabras del mapudungun tienen origen polinesio, como “toqui” que significa “jefe de guerra”. Créase o no, esta gallinita fue introducida en nuestro territorio gracias a las migraciones polinesias previas a la llegada de los peninsulares.
El análisis genético de sus huesos demostró que, en efecto, pertenecían a especies típicas de aquellas islas paradisíacas y que llegaron a la región al menos un siglo antes que los españoles. El color precioso de sus huevos se debe al depósito de pigmentos causado por un gen muy particular. El pigmento azul se concentra en el aparato de puesta de huevos y se deposita en el carbonato de calcio que forma la cáscara del huevo. Por esta razón, la cáscara de los huevos toma esa tonalidad azulada tanto por dentro como por fuera.