Se estima que en Argentina se consumen 400 mil dosis por día. Los “paqueros” o muertos vivos inhalan la pasta base de la cocaína a través de pipas caseras hechas con antenas de televisión. Algunos dicen que hay una correlación entre el género musical de la cumbia villera y el consumo de la pasta base, pero la música del paco es el silencio de la muerte. Los dealers convierten el polvo de la cocaína en una piedra que se fuma: el famoso crack. Es más barato, pega más rápido y se fracciona al infinito. El paco es lo que queda en fondo de la olla de la cocción de la cocaína y se mezcla con ácido sulfúrico, kerosene, cloroformo, vidrio molido, herbicidas, veneno para ratas, analgésicos molidos y anfetaminas.
Efectos de este desecho químico
En teoría, cada dosis de pasta base de cocaína contiene un 10% de cocaína pura, aunque lo más probable es que contenga tan sólo un 1%. Su precio ronda los $14 argentinos la dosis. La droga de los ricos también tiene su formato para pobres. Su bajo precio es una ilusión, ya que el efecto dura apenas diez minutos y es tan adictiva que se pueden llegar a consumir hasta 70 dosis al día. Y actúa en etapas:
Etapa 1:Euforia. Disminución de las inhibiciones, del hambre, del sueño y de la fatiga. Sensación de placer y éxtasis. Intensificación del estado de ánimo. Cambios en los niveles de atención. Sensación de ser muy competente y capaz. Aceleración de los procesos de pensamiento. Alucinaciones visuales, auditivas, olfatorias o cutáneas. Luego de esta fase pasajera, sobrevienen la disforia y la adicción, o como se dice popularmente la “fisura” o el “estar doblado”.
Etapa 2: Angustia, depresión e inseguridad. Deseo incontenible de seguir fumando ininterrumpidamente cuando aún hay dosis en sangre. Tristeza. Apatía. Indiferencia sexual. Náuseas y vómitos. Deterioro irreversible del sistema nervioso central. Pérdida de contacto con la realidad. Incapacidad a poner freno a los impulsos y de pensar las consecuencias de los actos. Adiós a la moral, ética o espiritualidad.
El paco es un problema social, ya que continúa diezmando a generaciones enteras. Los carteles que lo comercializan se nutren de los “teros”, los niños soldados del paco usados porque son más fáciles de comprar y manipular, además de ser inimputables a nivel judicial. Médicos y especialistas en el tema concuerdan en que la prevención es la única salida.