Agua que no has de beber…

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El cuidado del agua que la naturaleza nos provee es una tarea y una preocupación que no puede ignorarse.

Sabemos que el agua forma parte de aproximadamente un 70% de nuestro organismo. Nuestro cerebro se activa si está hidratado, nuestras articulaciones se amortiguan gracias al beneficio de este líquido. La temperatura corporal se regula en base a este fluido. Las toxinas de nuestro organismo se liberan gracias a la ingesta de agua. Estas funciones, entre otras, hacen que reconsideremos la importancia y el lugar central que debemos darle al agua en nuestra vida.

Un poco de historia…

El agua en la antigua Grecia era considerada un valor divino y su constante falta era motivo de grandes complicaciones por lo que se hizo cada vez más urgente la búsqueda de sistemas que pudieran congregar caudales de riego. Los sistemas fueron llevados adelante en la sociedad Mesopotámica y más adelante se incorporó el factor estético con la construcción de fuentes en la arquitectura árabe. Con mayores o menores caudales se podría trazar una historia de la humanidad en función de la presencia de este bien que significa ni más ni menos que el recurso fundamental y vital de la vida humana.

Agua: sus condiciones actuales

Actualmente el agua es un recurso que llega a nuestras casas con solo abrir una canilla. Sin embargo, en Argentina existen aún regiones que carecen de este beneficio; se estima que 8 millones de personas no tienen acceso al agua. El número global es aún más alarmante: 900 millones de seres humanos. El agua que se usa para el consumo se potabiliza desde las fuentes de agua dulce y como no es un recurso renovable existen teorías ambientalistas que afirman que los futuros conflictos políticos mundiales podrían provocarse por su disputa.

El cuidado de este bien que la naturaleza nos provee es una tarea que no puede dejarse de lado. Los niveles de contaminación del agua han ido incrementándose considerablemente debido a al aumento de la presencia de desechos domésticos y efluentes industriales. A usarla con conciencia, porque como bien dice el dicho: Agua que no has de beber, dejala correr.