Almacén Francou, con apellido (y acento) propio

FOTOTECA

De pie en Colonia del Carmen desde 1907, y fundado por inmigrantes de Saboya, lo suyo es historia, presente y futuro.

Francou es el nombre del Almacén en los entrerrianos pagos de Colonia del Carmen, no quedan dudas. Pero, también sinónimo de institución (sus puertas se encuentras abiertas de forma ininterrumpida desde 1907), Francou es un apellido. El periplo ítalo-argentino que tant@s y tant@s inmigrantes supieron protagonizar, aunque arraigado a suelo y vida  con la fertilidad de la gozan las historias elegidas. Sí, esas que al fin y al cabo cuentan la Historia mayor, la que habla de todos, pero parte del cotidiano. De unas puertas abiertas cada mañana, de un buen día y de un despacho de víveres y amabilidad que se repite sin tregua ni fatiga.

Una tanada afrancesada

Italianos galo-parlantes o franceses con acento italiano. Ambas opciones podrían haber sido para aquel entonces, pues los oriundos de la hoy italiana comuna de Berdonecchia, perteneciente a la región de Piamonte, formaban parte de la llamada región de Saboya.  Nombre tomado de la dinastía que se hizo de vastos territorios en los Alpes occidentales, allí donde Francia, Italia y Suiza entre cruzan tierras y costumbres. Por lo que los Francou llegaron a suelo nacional masticando lengua italiana, más diciéndose franceses. Si le decimos que Bardonecchia limita actualmente con los municipios de Arvieux, Bramans, Exilles, Modane Néva y Ouxl, todos franceses, la cosa queda clara, ¿no? Tanto como que de los Alpes occidentales hasta las fértiles tierras mesopotámicas había un océano de por medio. Pero el destino era inequívoco para todos los de aquella generación de inmigrantes: conseguir tierras fértiles a partir de las que levantar su propio negocio. La Colonia san José –fundada precisamente por saboyan@s y valesan@s– fue la semilla de todos las que habrían de germinar en la provincia. Tal fue el caso Villa Elisa, a quien un desprendimiento de aquellos primeros colonos, a quienes habrían de sumarse otr@s más, principalmente piamontes@s, habría de darle vida. Así como a colonias menores en sus cercanías. Claro que, lo de cercanía, a juzgar por la época, es más que relativo.

Desempolvando la historia

Abuelo Francou abrió su almacén en Colonia del Carmen. Sí, nomás a 16 kilómetros de Villa Elisa. Pero en tiempos en donde las cuatro ruedas al volante eran poco menos que un incipiente descubrimiento por estos suelos, el ir a hacerse de víveres a Villa Elisa era mandado de un día entero. Ocurría una o dos veces al mes, en carreta. Por lo que para el mandado diario, vaya si urgía un almacén de ramos generales en la colonia. Y cuando Francou nieto tomó la posta del asunto, vaya si comprendió la reliquia que tenía a su cargo. En dos baúles hallados en lugar, la historia de aquel pionero y necesario almacén  se contaba con pelos y señales. La certeza de que el mobiliario era aún el original, sí, pero también la corroboración de la vida cotidiana de aquellos tiempos, delatada por testigos varios: los libros de asientos contables, los televisores a batería (si la antena andaba de buenas, dejaba conectar dos canales: uno uruguayo y otro santafesino), los termos de la época, que funcionaban con alcohol, los fuentones de latón, donde no solo se lavaba la ropa sino más de uno se pegaba un baño, y hasta las tazas de baño. Porque estando los retretes en el exterior y las ganas de pipí se hacían presentes una noche de lluvia o una madrugada fría… Usted ya entiende.

Centenario

¿Algo más? Sí, mucho más. Buzón de cartas en la puerta porque, como usted ya sabe, las pulperías y almacenes funcionaron como oficinas de correo… Y un detalle no menor, las pecheras de caballos, el medio de transporte por excelencia. Piense usted, nomás, en 1907. Ese mismo año apenas si se encendía por primera vez el “mataperros” de Manuel Iglesias, asustando con su ruido a los perros de las calles de Campana. Y los automóviles importados era cosa de fifí, de ciudad. Un lujo del fin de siglo que acababa de quedar atrás. Recién entre 1910 y 1950 nacieron las primeras cincuenta unidades del Anasagasti, el primer auto argentino en serie. Por lo que allí en el verdor de la llanura entrerriana, en el sosiego y la soledad de Colonia del Carmen. Sin embargo, en ese mismo 1910, los festejos del centenario de la Revolución de Mayo tuvieron su versión local entre vecinos a la mesa del almacén Francou. Por lo que Francou nieto y esposa (cuyo abuelo también formaba parte del festín), no dudaron en buscar, cien años más tarde, en 2010, a los otros nietos de la generación festejante, fotografiada en tal evento, para volver a reunir a la historia y al presente, a la vida, copa en mano. Pues a nada menos que a ello invitan las puertas que por más de doscientos años, el almacén Francou ha mantenido abiertas.

Así es como, para este hoy, no solo queda tamaño viaje en el tiempo. También quesos de campo, salames regionales, chorizos caseros, bondiolas, soda en sifón, mate cocido o café para acompañar dulces caseros y el bienvenidos y hasta pronto con acento ¿argentino-italiano-francés? Francou. Inevitablemente Francou.