Que si la vida es un boomerang, los viajes no son la excepción. ¿De cuánto nos llenamos los sentidos cuando nos desplazamos, conocemos, exploramos? Pues todo aquello también puede dejar algo en quien nos lo provee: en las gentes y su cultura, en los paisajes y sus ambientes. Damos y recibimos, nos hacemos eco del otro y entonces practicamos más aquello de ser viajero por sobre turista, de “experimentar” por sobre simplemente “presenciar” tras las vacacionales gafas de turno. De todo ello va el turismo solidario, y en Boomerang viajes lo tienen más que claro.
Ida y vuelta
Vivir la sustentabilidad en todas las dimensiones: cultural, social, medioambiental y económica. Para Boomerang viajes, la clave está en la conciencia, en comprender y asumir el impacto que nuestro comportamiento en los viajes implica, reduciendo su negatividad y potenciando sus beneficios. ¿Cómo así? Hemos dicho, damos y recibimos, pues de otro modo no hay reciprocidad que valga. Y, en este sentido, el turismo solidario pregona que las experiencias no solo sean propiedad del visitante, sino que se produzca un intercambio, una reciprocidad en la que la comunidad local también experimente lo suyo. De allí que los beneficios económicos de la actividad representen no solo una renta; sino que impulsen el desarrollo personal, así como del entorno. Lejos de toda pasividad, el viajero es partícipe y hacedor de su propia vivencia.
Mi otro yo
¿Qué si hay un actor principal a considerar? Sin duda alguna, el otro. Pues cual juego de espejos, el anfitrión, el local, ese alguien que nos abre las puertas de su sitio y comunidad, es un semejante. Tan foráneo para nosotros como nosotros a él, por lo que el turismo solidario implica mucho más que mirarse desde veredas opuestas. Por el contrario, lo suyo es permanecer a la par, intercambiar, compartir, ser parte de un mismo “todo”. Asegurar el trabajo, valorar la cultura, resguardar el ambiente, aportar a la sostenibilidad de la vida. ¡Vaya cuánto más podemos llevarnos de una experiencia turística que una mera fotografía! Y aunque, desde luego la haya, sin dudas no capturará un paisaje vacío; sino todo cuanto seamos capaces de vivir y sembrar en él.
Por la tangente
Así la historia, el turismo solidario invita a apartarse de los tradicionales circuitos para descubrir la verdadera esencia de los destinos, meter los pies en su enriquecedor fango de vivencias. Lo cual implica ser parte de la vida cotidiana del lugar; cambiar hoteles por hostales, albergues y hasta casas de familia; respetar los estilos de vida respectivos; aportar a las economías locales. Una vuelta de rosca al concepto hasta ahora barajado sobre el descanso y el ocio, el cual pondera inmersión por sobre contemplación. Y para ello se precisa de unos cuantos eslabones en la cadena productiva: todos cuantos sean capaces de propiciar un comercio justo. De allí que cada proveedor partícipe –desde transportes y restaurantes hasta operadores y guías, entre otros– se una en pos de la misma fuerza, alzando la misma bandera de sustentabilidad.
Porque cuando damos nos quedamos mucho más llenos. Porque si sembramos la cosecha es mayor a la semilla. Porque viajar es más de lo que hasta ahora hemos entendido. Y el turismo solidario de Boomerang viajes así lo comprende.