Carlos Gardel, voz, presencia y actitud

FOTOTECA

Una voz que traspasa la historia, la nacionalidad y hasta el propio tango.

Como “el morocho del Abasto“, “el francesito”, “el zorzal criollo”, “el mudo”, “el mago”, y hasta “san Carlos”, fue conocido y llamado Carlos Gardel a lo largo de toda su vida, dotándolo con cada apodo de un aspecto indiscutible de su vida. Lo cierto es que Carlos Gardel fue un impactante cantante, compositor y actor cuya presencia dejaba una esquela de talento y distinción. Quienes tuvieron oportunidad de escucharlo dicen no haberse emocionado nunca más con otra voz que no fuera la de él.

Origen y crecimiento

Saber cuál es el verdadero origen de Carlos Gardel es una de las investigaciones que mayor tiempo ha llevado puesto que su nacimiento pugna entre la nacionalidad uruguaya o francesa. Sin haberse acordado finalmente cuál fue la cede que le dio vida, lo que se puede sí saber es que un genio de la altura de Carlos Gardel no parece querer tener fronteras. Su voz trasciende los territorios y es capaz de cautivar las culturas más diversas.
De lo que no queda ninguna duda es de la infancia y juventud que tuvo lugar en Buenos Aires, la región porteña que le dio letra a gran parte de sus composiciones.
Gardel mamó el conventillo desde pequeño puesto que en uno de los típicos de inmigrantes se alojó con su madre hasta que con sus primeros ingresos pudo mudarse a la casa que hoy se conserva como “Casa Museo Carlos Gardel” en el Abasto.
Pronto su talento y gracia le permitió dejar atrás físicamente un entorno al que siguió volviendo con sus canciones hasta el día de su repentina muerte.

Una voz cautivante

Gardel se crió muy cerca de la calle Corrientes por lo que el teatro y su producción fueron sus vecinos. Entre sus primeros trabajos se sabe que fue tramoyista de modo que el escenario ya lo pisó tempranamente. Sin embargo, un momento revelador ocurrió el día en que, tras una corrida de caballos cantó en público. Rápidamente el público reconoció en esa voz algo poco común y comenzaron a referirse a él como “morocho del Abasto”. Su éxito creció vertiginosamente y desde su primer escenario que fue en el “Café de los hermanos Traverso” llegó a cine, a la composición poética, al alcance internacional.

En la memoria de todo tanguero, en la de todo argentino

No hay palabras que puedan describir con tanta precisión la magia que Carlos Gardel generaba con su canto. Quizás porque su voz profunda era una novedad, o porque su porte lograba inquietar; lo cierto es que el vínculo entre Gardel, el tango y Buenos Aires es un indiscutible símbolo que permanece en cada calle, en cada escultura, fresco o pintura con la que se quiera traer a la memoria algo de lo auténticamente nacional.

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