Viejo conocido de cantinas y bodegones porteños, este tano de importación ostenta asistencia perfecta en los asados y las previas del fútbol dominguero. Lo que se dice, un pibe de barrio. Sencillito y sin pretensiones, un buen chorro de soda o unas gotas de limón le son suficientes para hacer estragos en los paladares argentinos. Vermouth, aperitivo…Cinzano, con nombre propio y en mayúscula. Aquí, su interesante peripecia con destino nacional.
Toda una tanada
Pues bien, la historia de este argentino por adopción comienza en su tierra madre: Italia. Más precisamente, en los pagos de Turín; allí donde los hermanos Giovanni Giacomo Y Carlo Stefano Cinzano -con título de “Maestros Destiladores” en mano- inauguran una modesta tienda de vinos y licores. Corría entonces el año 1757 cuando, hierba va, hierba viene, nace la obra maestra del dúo: un vermouth rojo que haría mella en la alta sociedad italiana. ¿La receta? Mejorana, tomillo y otros 33 ingredientes propios de los Alpes italianos. El famoso Vermú de Turín; así se conoció a esta inigualable preparación que, prontamente, compartiría cartel con un primo directo: el Cinzano Bianco, cuya fórmula ofrecía una combinación diferente de hierbas. Ajenjo, canela, clavo de olor, genciana y frutos cítricos fueron los protagonistas de aquella segunda creación. ¡Los hermanos se iban para arriba!
Sale con flash
Y los hijos, y los nietos…Pasado un siglo de aquella primera incursión comercial en el mundo de la bebida, Cinzano ya es una marca con todas las letras. Al punto tal que, en 1851, comienza a abandonar la elaboración artesanal para dar lugar a una masiva producción industrial. Y, como se dice, salió a copar el mercado “con los tapones de punta”. En 1887, primerea el rubro colocando un anuncio en el prestigioso periódico Il Telégrafo de Livorno. Y, no contento con su exitosa pauta en los medios gráficos, Cinzano rompe todos los esquemas al utilizar un novedoso medio publicitario, allá por 1911. ¡Nada menos que un avión! Aquel que sobrevolara la ciudad de Milán para llevar el nombre de la marca bien alto en el cielo. Aunque en la tierra también había que brillar; por lo que Cinzano fue el primer producto en poseer un cartel de neón. Sí, nada menos que en París, la ciudad luz. ¿Dónde sino? Pero… ¡ojo que la historia no terminaría allí! Para aquel entonces, reconocidos artistas desplegaron su talento sobre los numerosos posters que Cinzano destinaría a los bares y tiendas que comercializaran su línea de bebidas. Así, el año 1925 vio nacer al inmortal logo que grabó la marca en millones de retinas: las letras blancas de Cinzano enmarcadas por los colores azul y rojo. El primero, en alusión al mar Mediterráneo y la tradición de la nobleza. El segundo, en clara referencia a la pasión y viveza de espíritu. Tibios, abstenerse.
Haciendo la Argentina
Lo cierto es que cuando la tanada arribó a nuestro país, en plena oleada inmigratoria, también lo hizo una de sus más preciadas creaciones. Así es, Cinzano también desembarcó en suelo nacional para comenzar a distribuir sus productos en el vasto territorio argentino. Aunque décadas más tarde, en los años ’60 y ’70, la apertura de numeroso puntos de venta internacionales harían de Cinzano una marca con alcance mundial. ¡Qué decir del hit de la italiana Rita Pavone! El jingle impregnaría a más de uno del pegadizo “Cin Cin Cinzoda”; mientras el nuevo producto pasaba de boca en boca: ¡El Cinzano venía con soda! Mientras tanto, de este lado del océano, la farándula local también se sumaba a las filas de Pavone; aunque sin incursionar en el canto. Así, actores como Arturo Maly y Oscar Martínez dijeron presentes en spots publicitarios de Cinzano. ¿El más recordado? Aquel que protagonizara Alberto Olmedo, difundiendo el slogan “Mejor un Cinzano”. Lujito nacional.
Clásico, tradicional, costumbrista…así se presentaba el Cinzano en su versión nacional. Pero… ¿cómo sobrevivir en el vanguardista siglo XXI? Ya comenzado el año 2000, de cazar juventudes iba el asunto. Aunque, claro está, sin perder los valores de antaño. Fútbol, asado, familia, amigos, los casi desaparecidos momentos de aperitivo en alguna que otra sobreviviente cantina. Sin embargo, poco le ha costado al Cinzano hacer pie en las modernosas barras porteñas; anclar en los sedientos paladares juveniles. Al fin de cuentas, más o menos tecnología de por medio, la idiosincrasia argenta aún mantiene sus raíces intactas. “No todo cambió mucho”, rezaba el slogan que Cinzano lanzó en suelo nacional al casi concluirse la primera década de este nuevo milenio. A la vista de su firme vigencia, definitivamente no. ¡Marche uno con hielo y soda!