La zamba se la puede llamar madre de todas las danzas nativas.
Su coreografía es sencilla, pero en su expresión demuestra todo el cariño por los bailes regionales. Es amorosa por excelencia y el pañuelo es su objeto predilecto. Simboliza sin duda, el afecto sincero nacido entre los acordes de música suave y delicada.
“En las palabras blancas de los pañuelos se esconde la esperanza del criollo que te baile”, decía Atahualpa Yupanqui. La zamba no se zapatea, es lenta, aunque picaresca. Esta se difunde en el centro y noreste argentino, pero baja a lo largo de las costas de pacífico, donde se la conoce también como Zambacueca.
Es una danza de pareja suelta, baile lento movimientos pausados y elegantes. Se utiliza el pañuelo con el cual los bailarines mantienen un dialogo entre si mediante este elemento.
Hay varias formas de bailar la zamba completando los 36 compases, algunas comienzan con el pie izquierdo mientras que otras lo hacen con el pie derecho. En este caso vamos aprender a bailar la zamba de la forma más contemporánea, llego a mí como una coreografía adaptada por el gran bailarín santiagueño Carlos Saavedra. Esta coreografía tiene la resolución en el centro donde se realizan los arrestos o floreos.
