Compost, la base está

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Fertilizante y abono natural, el compost es también un método para de reciclar restos de alimentos y colaborar con el ecosistema.

Tan sencillo como reproducir lo que la naturaleza se ha encargado de hacer solita y sola desde hace milenios, de ello va el compost. Aunque, claro está, mano del hombre mediante, de manera inducida. ¿Cómo? Sometiendo a la materia orgánica a una degradación controlada, de modo tal que resulte en un fertilizante y abono natural.

Pionero

Madre Natura hace, sí. ¿Pero a quién se le ha ocurrido reproducir tal natural proceso de modo consciente, con propósito? De haber un inventor del compost, ese es sir Albert Howard. Botánico inglés, pionero en agricultura ecológica, fue el primero en experimentar sobre el modo de prepararlo en la India, durante los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. Vea usted, el compost de don Howard consistía en una capa de quince centímetros de materia vegetal; luego estiércol, tierra caliza molida y fosfato mineral. A lo que posteriormente incorporaba más materia vegetal, y así sucesivamente hasta llenar el contenedor en que lo desarrollaba. Sin embargo, recetas y materiales aptos hay varios. Desde estos pagos pregonamos sacar máximo provecho a los desechos propios, sin procurar materiales determinados. ¡He allí el éxito del compost como canal de sustentabilidad! Por lo que un buen conocimiento del proceso resulta vital. Y aquí se lo compartimos.

Juntos pero no revueltos

El quid del compost pasa por el oxígeno, el cual será responsable de la putrefacción aeróbica (de lo contrario, los materiales se convertirían en turba). Y por ello es que es preciso conocer los distintos tiempos descomposición. Así la cosa, entre los materiales de más rápida descomposición encontramos: hojas frescas, restos de pasto, malezas jóvenes y estiércol de animales de corral. Como protagonistas de descomposición lenta: trozos de frutas y verduras; yerba mate, restos de café y bolsas de infusiones; restos de plantas, flores y pastos viejos así como plantas de macetas y estiércol de animales herbívoros. Finalmente, de descomposición muy lenta: cartón, papel sin ilustrar, hojas de otoño, ramas pesadas, aserrín, cáscaras de huevo y de frutos secos, semillas de frutas, pelos y plumas entro oros. ¿Qué nunca incorporar? Productos con harinas, aceites, plantas afectadas por plagas, papeles impresos, huesos, restos de carne y grasa animal ni productos lácteos. Porque clasificando se entiende el proceso, y resultará, por cierto, mucho más exitoso.

Manos al compost

Ya con conocimiento de materiales, la ubicación de la compostera no es un tema menor. De realizarse el compost directamente sobre la tierra, es preciso realizar un colchón de ramas y hojas secas no muy compacta, cosa que permita la circulación del aire. De ser sobre suelo de cemento, a dicha capa de anteceder una de tierra. Y entonces sí, comenzar con el compost propiamente dicho. En primer lugar, debemos mezclar restos de rápida y lenta descomposición en proporción de dos a uno respectivamente (doble de rápida descomposición por sobre cantidad de lenta). ¿Un tip del pulpero para a ocasión? Fragmentar manualmente los restos para una mejor distribución y mas eficaz descomposición. Cubrir luego con una capa delgada de material seco, así como en la base. Dejar reposar durante siete días bajo la protección de un cobertor plástico. Pasado ese tiempo, revolver una o dos veces por semana para airear y volver a cubrir. Caso el compost estuviera seco al tacto, incorporar agua para tan solo humedecer, pues el compost resultante debe ser húmedo, negro y sin olor. ¿Tras cuánto tiempo de proceso? Entre dos y cinco meses.

De esta manera no solo estaremos generando abono natural para suelos; sino disminuyendo significativamente el volumen de basura doméstica, lo que implicará una menor contaminación ambiental y hasta el requerimiento de menos espacio para la instalación de vertederos comunitarios. Claro está, para ello es precisa una labor conjunta. Que haya equipo, como se dice. Sin embrago, bien vale empezar por reducir nuestra propia huella de impacto en la naturaleza. De cada cual asumir la responsabilidad personal, pues entonces será más fácil hacer de nuestra sociedad un conjunto más amigable con el Planeta Tierra. Nuestro hogar compartido, único e irrepetible.

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