Cook Master, cuando las segundas partes son más que buenas

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Porque la sociedad somos todos, Cook Master coloca su granito de harina por los sectores vulnerables. Y que el futuro no se arrebate.

Sumando su granito de arena, su puñado de harina, Cook Master vaya si cree que las segundas partes pueden ser mejores. Porque para ello solo basta con el beneficio, no de la duda, sino de la oportunidad. Como empresa alimentaria con fuerte apuesta a la consultoría, Cook Master pregona una alimentación saludable y de calidad, pero tomando como punto de partida su compromiso social. Así la historia y los fundamentos que la sostienen es que Cook Master se mete en la cocina de realidad nacional, desarrollando programas de capacitación y entrenamiento con salida laboral, además de herramientas de reinserción para personas privadas de su libertad; más no por ello privadas de elegir un mañana mejor.

Tendiendo red

En alianza con el Servicio Penitenciario Bonaerense, Cook Master promueve el acceso a programas de instrucción e inclusión en la cultura laboral, barajando así un abanico más amplio de posibilidades en lo que inserción social refiere. Gracias al “Programa Educar para el Trabajo”, codo a codo con el Instituto Superior Mariano Moreno, personas privadas de su libertad participan en la elaboración de sus propios alimentos a través del dictado de talleres de Gastronomía. Una iniciativa que ha podido concretarse con éxito en doce unidades penitenciarias. Porque si “hacer red” nos ayuda a integrarnos como sociedad, “tender red” para quienes carecen de respaldo puede fortalecernos aún más.

Balance positivo

Claro que la historia no termina en el “durante”, sino en el “después”. Cual eslabones de una cadena cooperativa, el desarrollo de estrategias que faciliten la planificación, acción colectiva y desarrollo de capacidades para la generación de emprendimientos socio-productivos es el leitmotiv de la alianza entre Cook Master y Fundación Los Grobo. Iniciativa a la que se le suma Manos en Acción, esta vez no solo en pos de acompañar y potenciar a la población carcelaria; sino también a niñ@s y familias en situación de vulnerabilidad, procurándoles una mejor calidad de vida a través de la facilitación de herramientas desde la que generar recursos. Una cruzada de la que también es partícipe Fundación Germinare, en pos de un futuro que no dejará de estar en las manos de sus portadores; más en paridad de “largada”, ese punto de partida desde el que proyectar y construir. Porque de equiparar va el asunto si de inclinar la balanza en positivo se trata.

Haciendo eco

¿Qué si tamaña iniciativa resulta suficiente por sí sola? Eco. Tamaña acción cooperativa precisaba el eco de la sociedad; que ésta tuviera la receptividad necesaria desde la que respaldar el esfuerzo y continuar una labor que solo en forma conjunta es capaz de conducir a buen puerto. Y las dudas estuvieron a la orden del día de las empresas. ¿Era posible contar entre las filas de los empleados a un/a ex convict@? Como buena dosis de realidad, sí lo era. Y con su respectivo “plus”: un empleado que conoce lo que es la privación de su libertad honra lo que entonces posee con alta fidelidad. Gratitud mediante, se esmera en sus tareas y se amolda a diferentes requerimientos. La necesidad de mejorar, de cambiar su vida y desterrar la vergüenza es un hecho. Y para muestra un botón: las estadísticas afirman que del total de personas que asisten al programa, muy pocos son los que reinciden y vuelven a prisión. La luz de las posibilidades asoma como un camino certero, por lo que la tarea fundamental consiste en no dejar que se extinga el farol, en mantener encendida la mecha.

Cuantas más empresas se sumen al proyecto más efectiva será la iniciativa, la labor incesante de Cook Master y compañía. Claro está, de nada sirve hacer la vista gorda, ignorar a la población que, tras cumplir su condena, retorna al tejido social de una manera u otra.  El modo en el que lo haga repercutirá en todos; hasta en quienes se desentiendan de ello. Por lo que la elección está a la orden: discriminación, marginalidad y desconfianza o aceptación e inclusión. De todos depende. El desafío es macro, sí. Más, desde éstas líneas, bien vale comenzar a mirar en micro y, empatizando sin más,  potenciarnos desde las más inmediatas pero para nada pequeñas acciones.

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