De bares y cafés, los notables (parte 1)

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En el marco del día de los Cafés Notables de Buenos Aires -el pasado domingo 26 de octubre- hicimos una selección de lugares mágicos.

En el marco del día de los Cafés Notables de Buenos Aires -el pasado domingo 26 de octubre- hicimos una selección de lugares mágicos, que de alguna manera nos hacen viajar en el tiempo. ¿Nos acompañan, parroquianos?

Pero primero, un poco de historia

A partir de 1998, en la ciudad de Buenos Aires rige una ley (35-1998) donde se reconoce la existencia de los llamados “bares notables”. A su vez, la ley determina la creación de la Comisión de Protección y Promoción de los cafés, que como su nombre lo sugiere, se encarga de promover y proteger aquellos sitios que entren en esa definición. Para ese entonces, la ciudad capital contaba con un repertorio de 82 bares y cafés. La mayoría existe todavía y se encuentra en perfectas condiciones.

En paralelo a la ley 35, se prohibió la demolición de todo edificio construido antes de 1941, ya sea que formara o no parte de la lista de inmuebles históricos protegidos por la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, varias casas inmobiliarias hicieron oídos sordos a dichas normas y construyeron sobre los sitios históricos. Actualmente, la ley 449 de la ciudad de Buenos Aires, en vigor desde el año 2000, define puntualmente qué forma parte del patrimonio histórico.

En 2012, se contabilizaron 73 bares notables y a esta lista se le añadieron recientemente 11 más. Están todos abiertos al público y su interior se mantiene casi intacto en la mayoría de los casos. Buena parte de ellos se encuentra en el centro de la ciudad. La lista original es también conocida como la lista de los 73. ¡Aquí una pequeña selección para nuestros parroquianos!

Si de elegir se trata, habrá quienes tengan su propia lista de favoritos. Nosotros hemos elegido siete de los 84 bares notables, pero la verdad es que ¡nos quedamos con todos! Aquí nuestra más fina selección.

Café Tortoni.

Es el café más antiguo de la ciudad de Buenos Aires y data de 1858. Como toda leyenda, existen dos versiones con respecto a sus inicios. La primera dice que un inmigrante francés, apellidado Touan, bautizó al Tortoni de esta forma debido a un boulevard italiano donde se reunían los parisinos en el siglo XIX y que su ubicación original era en la esquina de calle Rivadavia y Esmeralda. La segunda versión identifica a Oreste Tortoni como dueño del café, quien lo ubicó sobre Defensa al 200. Ambas perspectivas han sido avaladas por historiadores e incluso mapas antiguos de la ciudad. El señor Fanego, uno de los últimos dueños del café, afirma que la segunda versión se debe a un error en un folleto publicitario, y Enrique Puccia, historiador, dice que en la guía de la ciudad de 1870, el Tortoni estaba ubicado en Rivadavia y Esmeralda, con Monsieur Touan a la cabeza.

En cuanto a su historia posterior, en 1884 el Tortoni se mudó a avenida Rivadavia 826 y en 1894 se trasladó a lo que sería su hogar definitivo, avenida de Mayo 829 y 825.

A partir de entonces, el café fue frecuentado por un grupo de pintores, escritores, periodistas y músicos, quienes formaron la Agrupación de Gente de Artes y Letras. Benito Quinquela Martín estaba a la cabeza de esta comunidad, que en 1926 se convirtió en La Peña. Alfonsina Storni, Carlos Gardel, Jorge Luis Borges, Baldomero Fernández Moreno, García Lorca, César Tiempo, Ortega y Gasset, entre otros, formaban parte de este grupo. La Peña se juntaba en el subsuelo del café y organizaba conciertos, conferencias y debates. En 1943 el grupo se disolvió, pero el espíritu de La Peña sigue ahí.

De éstos ilustres personajes surge, por ejemplo, el salón Alfonsina. Aquí el ambiente es más íntimo. Al fondo, los instrumentos musicales. En las paredes, los croquis de los grandes artistas del tango argentino. Es en este salón donde los espectáculos tangueros se llevan a cabo. Antes, en el salón de al lado habían billares. Y el salón César Tiempo, que era una peluquería, hoy es un espacio dedicado a rememorar la historia.

Este no es un lugar cualquiera. Sus grandes cortinas blancas y la persona que abre la puerta dan una idea de lo que fue, es y será este café. Esperando la mesa, se puede contemplar el lujo del inmueble… de la sala principal, de la decoración, de lo que fue este sitio. Un chocolate caliente, un café vienés, un cappuccino, ¡Usted elija!

Café La Poesía.

Su historia comienza en la esquina de las calles Chile y Bolívar, en 1982, cuando el poeta Rubén Derlis crea este espacio íntimo, pero a la vez público… un bar cómodo y amable para la discusión. Café La Poesía es una más de las obras de Derlis. Durante los 6 años siguientes hasta su cierre temporal, el Café fue sede de la bohemia artística de San Telmo.

Cual poema, el café alberga una historia de amor. Fue aquí donde el poeta y letrista de tango Horacio Ferrer y la artista plástica Lucía Michelle Michelli se conocieron y enamoraron. Es así como Ferrer le escribe a Lucía, apodada Lulú, un poema homónimo, que más tarde se transforma en un vals de Raúl Garello.

En esta esquina, varios negocios probaron suerte, pero fracasaron. Los vecinos pensaban que la esquina había quedado maldita pero quizás se negaba a ser otra cosa que El Poesía. En 2008, vuelve a abrir sus puertas y desde entonces, el lugar se mantiene lleno de vida y, por supuesto, de poesía.

Hasta aquí, una primera parte. Más adelante, el cachito que falta. Por mientras, siéntanse libres de visitarlos y de hacer su propia lista de favoritos.

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