El negro Ezeiza tenía un don

FOTOTECA

En tiempos en que el hip-hop y el Freestyle se imponen como novedad, vale la pena recordar el auténtico payador Gabino Ezeiza.

La payada, esa contienda musical de versos improvisados, tuvo su momento de gloria en el Río de la Plata de la mano de Gabino Ezeiza. Fue él quien impuso el canto del payador en la ciudad, mucho antes de que los inmigrantes sembraran el germen del tango.

Gabino tenía el don

Hijo de padres africanos, Gabino Ezeiza nació en el barrio de San Telmo en 1858, durante la época en la que Buenos Aires se encontraba separada de la Confederación. Aprendió los primeros yeites en una pulpería del bajo propiedad de Pancho Luna, antiguo payador de la época de Rivadavia. En poco tiempo pasó de garabatear unos tímidos versos de aires románticos, a desplegar un arsenal de estrofas que recogían el verdadero vocabulario callejero. Como los grandes genios, marcó tendencia y definió el género. De hecho, se rumorea que fue él quien introdujo en la payada el ritmo de la milonga.

Soy leyenda

Para la década de 1880, Gabino ya se encontraba consagrado. Realizaba giras por todo el interior del país y frecuentemente se cruzaba a Uruguay para participar en algún que otro desafío de cantores. Siempre acompañando alguna feria, durante ese tiempo conoció el éxito. Los periódicos escribían notas sobre sus actuaciones, recibía elogios de altas personalidades y logró el título de máximo improvisador. Esa fue su época de oro. Otros payadores como José Betinotti, Juan de Nava y Nemesio Trejo padecieron su lengua afilada. Pero quizás su payada más recordada sea la que sostuvo contra Pablo J. Vázquez, el 13 y el 14 de octubre de 1894 en el teatro Florida de Pergamino. La contienda duró dos noches, en las que la resistencia del joven retador no pudo contra la experiencia  de Gabino.

Cantos radicales

Pasó sus últimos días actuando en bares y cafés de Buenos Aires. Con su leyenda ya escrita, era habitual verlo con un tal Carlos Gardel en alguna mesa del Café de los Angelitos. Llegó a grabar cerca de 50 temas, de los que solo un puñado se conservan. Además de actuar, dedicó sus últimos días a recorrer comités políticos y reuniones partidarias utilizando su arte y talento en abierto campaña por su Partido Radical. Gabino Ezeiza falleció a los 58 años de edad, el  12 de octubre de 1916. Ese mismo día, asumió la presidencia de la nación el doctor Hipólito Irigoyen, su candidato. Al enterarse de la muerte del payador, el presidente Irigoyen solo dijo una verdad absoluta: “¡Pobre negro, él sirvió!”.

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