Es la bandera, de la patria mía

FOTOTECA

Entre amores e intereses, la Bandera Argentina se abrió paso en la historia para convertirse en el símbolo de nuestra identidad nacional.

Flamea en los más recónditos rincones del territorio nacional. Agitándose en el viento, señala “suelo argentino” al tiempo que despierta orgullo en la mirada de quienes viven día a día bajo su “custodia”. La Bandera Argentina es un símbolo y un latido unánime. Es historia, presente y futuro. Un largo camino de supervivencia y emociones digno de recorrer. Aquí lo invitamos…

El puntapié inicial

El 25 de mayo de 1810 ya era historia. La primera Junta de Gobierno había quedado atrás. Pero los ideales de revolución aún seguían latentes; nada menos que en busca de la definitiva independencia de la Corona española. Diferenciar a su propio ejército del enemigo fue el objetivo por el que el General Manuel Belgrano –al frente de las fuerzas locales- solicitó autorización al Triunvirato para la creación de una escarapela. Hecho sucedido el 18 de febrero de 1812. Sólo que el hombre fue más allá de ella; y enarboló ante sus hombres una bandera con los mismos colores.

Rosario siempre estuvo cerca…

El 27 de febrero de 1812, en Rosario y a orillas del río Paraná, el General iza por primera vez -frente a sus tropas- la Bandera Nacional. Hoy, el pueblo rosarino rinde un “monumental” homenaje a tal trascendente episodio: el Monumento Nacional a la Bandera es una magnífica obra de arquitectura que inmortalizará por siempre el nacimiento de nuestra bandera. Claro que en sus inicios no lució como hoy la conocemos: si bien constaba de tres franjas, las dos externas eran blancas y la central era celeste. De modo que sus colores estaban invertidos.

Efectos colaterales

Hasta aquí, todos contentos…o no tanto. El hecho de tener una bandera complicaba la política del Triunvirato, que continuaba gobernando bajo la máscara del Rey Fernando VII. Llegaría el “tirón de orejas” para Belgrano, mediante una carta donde se le prohibía el uso de la bandera. Sólo que el mensaje nunca llegó a destino. Belgrano ya había partido a Jujuy para hacerse cargo del ejército del Norte y redoblar la apuesta: allí pide a las damas jujeñas que le confeccionen nuevamente una bandera con los mismos colores y tres franjas horizontales. Y precisamente desde el norte llegarían las victorias “claves” para la campaña libertadora. Esa cuyo éxito fue rotulado en el año 1816, con el Acta de Independencia definitiva firmada por el Congreso de Tucumán; quien adoptó la bandera creada por Belgrano como símbolo de las llamadas Provincias Unidas del Río de La Plata.

Así se cerraba un período fundamental en la historia de la Bandera Nacional. Claro que lejos estamos de hablar de un final definitivo. Es que los pequeños actos de cada ciudadano argentino continuarán redactando infinitos capítulos en su honrado nombre.