¡Que habría sido de la cosmopolita Buenos Aires sin el academicismo de Bustillo! Y la pretenciosa Mar del Plata no querría quedarse atrás. Con ínfulas de glamour, la Biarritz argentina debía estar a la altura de su musa francesa; y al bueno de Bustillo, a su juego lo llamaban. Don Alejandro sería el padre de una criatura monumental, pavada de obra que pondría a la ciudad balnearia en la mirilla del mundo. El Hotel Provincial, el Casino Central y la Rambla Nueva fueron la joya arquitectónica más pensada. Mojón de viejos tiempos de gloria, estilo y buen gusto doquier.
Vamos por partes
Claro que, por más talentoso que fuera bustillo, la ambición del proyecto era tal que la obra llevó sus buenos años. En diciembre de 1939 se inauguró el Casino Central; mientras que lo propio ocurriría con la Rambla Nueva dos años más tarde. Y con ella, la aparición de dos actores protagónicos en toda postal marplatense. Sí, señores. ¡Habemus lobos marinos! Realizados en piedra por el escultor José Fioravanti, este par habría de gozar de una fama imperecedera. El caso es que mientras todo aquello sucedía, el Hotel Provincial seguía en ascuas. Sus obras se prolongaron durante toda la década. Por lo que finalmente abrió sus puertas en el mes de febrero de 1950. Para entonces, las salas de entretenimiento del Casino central habían sido expropiadas por el gobierno nacional. Hecho que marcaría un destino no menor para la ciudad.
Recalculando
¿Qué era entonces de la elitista Mar del Plata, aquel reducto veraniego pensado para unos pocos? Concebido durante la gestión conservadora del gobernador provincial Manuel Fresco, para cuando el Hotel Provincial estuvo listo, el peronismo ya estaba a sus anchas en el poder. Por lo que la más distinguida ciudad balnearia se convertiría en un destino para todos. Así como, tras la mentada expropiación, las ganancias del Casino Central fueron destinadas a programas de asistencia social y planes de obras públicas. Solo que la historia no terminó allí, porque el “salón de baile” también mutó su funcionalidad, convirtiéndose en un auditorio oficialmente inaugurado en 1945. Huésped de eventos varios, no fue hasta el año 1954, ya con el Hotel Provincial en funcionamiento, que alojó a un evento mayúsculo: el primer Festival Internacional de Cine. Flashes y más flashes…
De película
Imagine pues las personalidades que desfilaron por aquella sala, la mismísima Rambla y, por supuesto, los pasillos del Hotel Provincial. ¡Los lobos de Fioravanti aparecían en las portadas del mundo! Es que el estrellato de la pantalla grande se daba cita allí, y ni el mismísimo presi Juan Domingo Perón quiso quedarse afuera de la foto. Dicen que dicen, el General no se cansaba de posar ante la lente junto la italiana Gina Lollobrigida. Las estadounidenses Joan Fontaine, Claire Trevor y Ann Miller; así como la francesa Jeanne Moreau y la española Ana Mariscal fueron algunas de las celebrities que también dijeron presente en aquella ocasión.
Claro que, digno hijo de la historia argentina, el Hotel Provincial no pudo escapar a sus vaivenes. La crisis y la privatización también le llegaron. En 1984 la concesión cayó en manos de la empresa Hotelera Americana, finalmente desalojada por falta de pagos. El ya decadente hotel conoció así la oscuridad del cierre, a fines del siglo XX. Hasta que la cadena NH hoteles finalmente ganó un nuevo concurso de licitaciones, a fines de reabrir el Provincial con intenciones definitivas. Porque tamaña historia no merecía más que un futuro trajín, camas tibias y mesas llenas. Porque a Mar del Plata y su rico ayer no les cabían más que este ícono de pie.