Mau Mau, quien te quita lo bailado

FOTOTECA

Boite de las boites, Mau Mau fue palabras mayores en la noche porteña. Abrimos las puertas de un reducto tan emblemático como inolvidable.

Una boite de aquellas…Esa fue Mau Mau. Aunque bien lejos estuvo de rendir honores al verdadero significado de la palabra. Mau Mau no era ninguna “cajita”, tal como solía catalogarse a las discotecas porteñas de aquellos años ’60; sino una caja de Pandora, pero de la buena. Muros adentro, Mau Mau guardaba consigo lo mejor de la noche de Buenos Aires, y dichosos eran quienes conseguían atravesar su umbral. No vaya a creer, pues, que Mau Mau era para cualquiera. Claro que no: de pie sobre la coqueta calle Arroyo, entre Suipacha y Esmeralda, este templo noctámbulo tenía sus altas pretensiones. Así que vaya empilchándose a tono, que una larga velada nos espera puertas adentro: la de las tres décadas en las que Mau Mau destelló con luz propia.

Como en casa

Los hermanos Alberto y José Lata Liste, en sociedad con Federico Fernández Bobadilla, fueron los padres de la criatura. Una boite caprichosa, bien dispuesta a patear el tablero de lo hasta ahora conocido en la materia: nada de mesas altas con taburetes, eso era cosa de locales diminutos, de boites propiamente dichas. Mau Mau abrió sus puertas el 10 de abril de 1964 bien a sus anchas, y en el más literal de los sentidos: cómodos sillones y mesas bajas definieron su impronta, cosa de que los clientes se sintieran como en el living de su casa. ¡Y flor de casa!  Cerca de 20 millones de pesos fue lo que costó el living de Mau Mau, un living digno de millonario, capaz de recibir unas 300 personas, toda una multitud en comparación con las 100 o 120 que, máximo, se apiñaban en las tradicionales boites.

Toda una revolución

¡Vaya manera de acabar con el estigma! Ocurre que, para entonces, las boites gozaban de despectiva consideración. Imagine usted –o bien, recuerde, si es que el DNI se lo permite, claro–, el concepto que sobrevolaba a aquellas “cajitas” de diversión nocturna: se trataba de localsuchos penumbrosos, con olor a humo y alcohol, a perfumes baratos (¡que no se diga!), muchas veces, localizados en sótanos de dudosa reputación. Sí, el clásico ABC de la noche y su negocio. Sólo que los Lata Liste se encargaron de dar un golpe de Timón. La elección de la calle fue un buen puntapié, y la concepción interna acabó por definir un perfil diferente, ambicioso, exclusivo. El millonario living, plantado a todo lujo, fue el mejor botón de la muestra. Vea usted, sillones tapizados con pieles de cebra y cabezas de animales embalsamadas asomando desde las paredes le dieron ese toque excéntrico, esnob, capaz de marcar la diferencia y hasta explicar el por qué de su bautismo. La puesta escenográfica en claro estilo africano (¿una feliz coincidencia con El Morocco neoyorquino?) fue un guiño alegórico al movimiento keniata de liberación negra del que Mau Mau tomó su nombre. De esta manera, aunque lejos de todo espíritu guerrillero, el Mau Mau porteño hizo su propia revolución, y se libró de todo prejuicio a fuerza de insuperables noches vividas puertas adentro.

Visto bueno

El hecho es que los blancos muros de Mau Mau supieron ser tan transparentes como el vidrio. El sitio era tan exclusivo que no tardó en convertirse en vidriera. ¡Todos querían ser vistos por allí! Y no tardó en sucederse la historia del huevo y la gallina: ¿la elite acudía a Mau Mau o Mau Mau delineaba la elite? Vaya fenómeno…Lo cierto es que, de una manera u otra, una cosa estaba bien clara: la puerta de Mau Mau era, en principio, la prueba de fuego. ¿Algún rudo patovica determinaba los ingresos? ¡Claro que no! Eso no era digno de un sitio como el que hoy nos compete. El amo y señor de la puerta era Fraga, “el insobornable”. Todo un profesional el hombre eh…No se le escapaba una: mujeres de largo y hombres de saco y corbata, todo ellos mayores de edad. Cualquier intento de engaño o transgresión, rebote directo, sin importar el vuelo del apellido implicado. Y hablando de Roma, Fraga era muy memorioso, ¡recordaba el nombre de todos los habitués! Porque esos pequeños detalles son los que marcan la diferencia vio…Tan distinguida concurrencia –aquella que, ya acabada la noche y entrada la madrugada, acudía a desayunar a La Biela– no merecía menos.

Que pase el que sigue

Si Fraga recibía al selecto público en el umbral de Mau Mau, lo propio hacía el Tano Fabrizzi del otro lado de la puerta. Pues si había un portero, no podía faltar un maître. El Tano acompañaba a los recién llegados a sus mesas, para completar un servicio redondito. ¡La de caras que este don ha visto pasar! Y no cualquier cara eh…Tenga apenas una muestrita de la personalidades que conocieron la noche de Mau Mau: desde Rudolf Nureyev y Antonio Gades, hasta Charles Aznavour y Ornella Vanoni; pasando por Alain Delon, Omar Shariff y Geraldine Chaplin. ¡Cómo olvidarnos de la poderosa Cristina Onassis! Y por el ámbito nacional, Graciela Borges, unos cuántos Álzaga y otros tantos Menditeguy, entre muchas más personalidades, incluidas figuras de la política.

Por la pasarela de Mau Mau

Hasta que la década del ’70 golpeó las puertas de Mau Mau, y con ella toda su estética. ¡Adiós a los vestidos de gala y las corbatas! ¡Bienvenidas las plataformas y los pantalones Oxford! Por lo que el living africano también se aggiornó a los tiempos que corrían: los pisos y paredes abandonaron su antigua estética para vestirse de negro y borgoña. Y el renovado Mau Mau vio desfilar por su salón a cuanta modelo y vedette estuviera de moda: Chunchuna Villafañe, Liliana Caldini, y Susana Traverso, entre otras, a más de uno dejaron pasmado. Aunque la dueña de todo “shock” masculino no fue otra que la mismísima Susana Giménez. Así es, la famosa publicidad de jabón Cadum que catapultó a la fama a la diva de los teléfonos no podía menos que abrirle las puertas de Mau Mau.

Clink caja

A todo esto… ¿imagina los números de los hermanos Lata Liste? Con todo el jet set y la farándula a su merced, Mau Mau adquirió destino de Broadway. ¿Tal o cual artista ha de presentarse en la calle Corrientes? ¡Pues también lo hará en Mau Mau! En concierto exclusivo para su público igual de exclusivo, claro. Le digo más, se han editado más de veinte LPs que iban desde popurrís musicales, con los temas que sonaban en Mau Mau, hasta álbumes completos de artistas que allí se presentaban. Tal como ocurrió con Roberto Carlos y Armando Manzanero, entre otro.

¿Acaso había algo capaz de quitarle el cetro a este rey de la noche? Claro que sí, pues todo lo que sube al fin cae. Y la caída de Mau Mau llegaría en los años ’80 y sus famosas discotecas. Esta vez no consiguió amoldarse con éxito a los nuevos tiempos, y el surgimiento de nuevas zonas de diversión nocturna fueron poco a poco dejando vacantes sus sillones, cuando no lo ocupaba alguna que otra alma extraviada, perdida en la soledad de la noche. El año 1994 marcó el cierre definitivo ¡Pero si Mau Mau era apenas una treintañera! Suficientes para que su nombre ya no pueda ser olvidado, aunque dos torres ocupen hoy su solar de la calle Arroyo. Nada queda de Mau Mau y su vieja gloria, nada más que su recuerdo y treinta años de noches bien vividas, ese baile que ya nadie le habrá de quitar.