Neocriollismo, las lenguas sean unidas

FOTOTECA

¿Y si le decimos que un idioma fue capaz de unificar Latinoamérica en una única lengua? Xul Solar y su neocriollismo lo hicieron posible.

Dicen que soñar no cuesta nada, y lo cierto es que, para Xul Solar, la utopía era moneda corriente. Tanto así que, allá por 1920, se dio el gusto de hacer de las lenguas una sola lengua, de las habla una sola habla: la de todos los hijos de Latinoamérica. Porque la unión hace el entendimiento, las gramáticas más extendidas del continente, la española y la portuguesa, se unieron en aquella locura idiomática a la que el bueno de Xul llamó “neocriollismo”.

Babel

Español y portugués, sí. Y algunos que otros términos en inglés, alemán, francés, griego y latín, también. Es que Xul no podía su genio. Artista políglota y mundano como pocos, la vanguardia que mamó durante su paso por Europa alimentó su buen genio para ir más allá de lo corriente. Una búsqueda en la que también depositó sus aspiraciones místicas, aquellas que lo conectaban con el orden cósmico. ¿Era entonces el neocriollismo un delirio esotérico? Nada de eso. Aunque lejos de toda oficialidad, el neocriollismo tenía sus bien delineadas reglas gramaticales, las cuales se estiman en alrededor de 12. Claro que de un artista siempre pueden esperarse pinceladas fuera de toda norma. Incluso, de las propias.

Si breve, dos veces bueno

En el ABC del neocriollismo, las formas contraídas y la aglutinación conceptual eran fundamentales. ¿Con qué fin? Evitar la redundancia y buscar la síntesis. Así la historia, todas aquellas palabras terminadas en “on” que designaran acciones, Xul las culminaba en “e”, a modo de infinitico. Es decir, “rotación” se convertía en “rote”, “demolición” en “demole”, y así los sucesivos ejemplos.

Por otra parte, la terminación “dad” se reemplazaba por “ie” (“calie” por “calidad”, “socie” por “sociedad”, etc.) Mientras que los adverbios de modo veían modo cambiaban su terminación en “mente” por “li”, tal como en inglés (“cuidli” por “cuidadosamente”, “grafili” por “gráficamente” y demás).

¿Y qué había de los géneros? Pues bien, quién sabe si anticipándose a nuestros días, el neocriollismo de Xul apelaba a la neutralidad. Por lo que el signo “º” tomaba el sitio de las “a” u “o” correspondientes. Así la cosa, el “auto” era “autº”, y la “casa” era “casº”.

Aquí y ahora

Con los prefijos a la orden día para constituir nuevas palabras (¿mejor el ejemplo que el del propio neocriollismo?), el ideal idiomático de Xul Solar se basaba en el presente: primera persona del presente del indicativo. ¿Toda una invitación a vivir el hoy? Quién sabe. Amante del tarot y la astrología, el futuro no pasaba desapercibido para el padre de tan peculiar criatura, una gesta léxica que, tratándose de Xul, no podía sino tener al gran Jorge Luis Borges como pariente adoptivo. Principal interlocutor de Xul Solar, el “maestro” también se hizo de eco del neocriollismo, tanto a nivel escrito como oral. ¿Se pregunta entonces por qué es que hacemos lo propio? Pues aquí y ahora, tal como pregonaba el neocriollismo, el ADN multicultural de la pulpería, a fin de cuentas, también nos embandera bajo un mismo idioma. Ese en el que, con sus propios códigos, tan bien nos entendemos entre todos.

 

“Si no hay país para mi, sin angustia para mí, todo yo, dentro de mis pensamientos, me  haré un mundo”, supo decir Xul Solar a propósito de su obra “Drago” (1927), aquella en la que un dragón humanoide porta y unifica banderas panamericanas. Vaya uno a saber si ese mundo fraternal existió más allá de lo pictórico; si el imaginario de Xul alguna vez lo hizo posible en su interior. Desvelo de su producción intelectual, no caben dudas de que tan utópica hermandad continental se hizo de letras, de una sola voz. Porque soñar no cuesta nada. Y Xul lo sabía de sobra.