“Pulpería Quilapán”, aunque criolla y al gusto porteño en comidas y bebidas, no desatiende su amor por la música, los amigos y la historia nacional. Por eso programa, hasta fin de noviembre, una diversidad de acciones para combatir el apego laboral y ramificar el ocio. Jazz en vivo, videoclips de rock nacional, tango, folklore y música clásica; visitas guiadas a su casona que es casi un hallazgo arqueológico; asados y brunchs domingueros en el patio del aljibe; pingüinos de tinto en pro de la amistad.
En el salón Macoco de la Pulpería es donde funciona, los martes a las 21, el ciclo de jazz encabezado por Yamile Burich y su ensamble: la entrada incluye la necesaria copa de Champagne. Dentro de la misma línea de pensamiento musical funciona el Proyecta Música, cuando todos los martes a partir de las 18 se proyectan en el bar videoclips de música argentina, con entrada gratuita, para amenizar las tardes pulperas.
Los miércoles son días de brindis por la amistad: en las mesas con más de cuatro personas, el segundo pingüino de tinto corre por cuenta del pulpero. Los jueves de gula son para el tenedor libre de ñoquis: por solo $100 el visitante podrá disfrutar de cuanto ñoqui le venga en gana, con tres salsas a elección.
Por supuesto, y dado el espíritu de la casa, los días de semana al mediodía hay un Menú obrero a $85 con principal, postre y café.
Los feriados y fines de semana, asado y brunch en el patio colonial. Y los domingos a las 15, visita guiada a la muy grande y laberíntica casona: un repaso por la historia de los elementos pulperos y por la riqueza arqueológica del edificio.
¿Qué comer en Quilapán?
Provoleta de cabra montesa; Guiso de lentejas con ciervo; Bondiola de jabalí salvaje; Liebre pampeana, bien precedidos por aperitivos y digestivos. De postre, Torrejas de la abuela o Natillas. Y sino, para llevar a casa algo de la multifacética experiencia, el almacén con 400 productos argentinos de gran riqueza social, ecológica y cultural, con descripciones y un perfil de cada productor.