La Pulpería Quilapán situada en el centro de San Telmo, brilla por su calidez y originalidad. Jóvenes emprendedores con una dosis real de pasión conquistando corazones argentinos.
Gregorio y Tatiana son una joven pareja francesa, llena de entusiasmo, que llegaron a la Argentina hace cinco años, con la idea de estudiar el idioma, pero se enamoraron de Buenos Aires, y en el barrio de San Telmo compraron una vieja casa para restaurarla y poner una pulpería bien Argentina.
“Empezamos en Junio de 2012, la casa estaba en mal estado, había estado abandonada mucho tiempo. Trabajamos con arqueólogos en la restauración, lo que sabemos es que se construyó aproximadamente en 1860. Por ejemplo, adentro hay una pared colonial del año 1720, y también encontramos un soldadito de plomo, dentro de un aljibe, siendo el primero de esas características en hallarse en Buenos Aires”, cuenta Tatiana.
La Pulpería Quilapán está abierta de martes a domingo de 8 a 2 de la mañana, funciona como una casa para los vecinos del barrio, ya que es ideal por su estructura acogedora en medio de la ciudad. También los curiosos transeúntes que pasan por allí, entran sin dudarlo, y gracias al boca en boca se llegó a muchas personas de todas partes que salen satisfechas luego de almorzar o cenar en la mágica pulpería que transmite calor, con un equipo lleno de pasión. Hay varios rincones para recorrer, y el lugar sigue creciendo y ellos continúan creando.
“En el fondo estamos armando un salón que se va a llamar el Club Morocco, la idea es hacerlo medio “clandestino”, y ambientado en los años 30, con jazz, Foxtrot, espumantes servidos en copas de la época”, explica. “También tenemos una colección impresionante de discos de pasta y tenemos una máquina para hacer DJ pero con esos discos”.
¿Qué hay para el paladar?
Hay desayuno, almuerzo, merienda, aperitivos y cena. Muchas cervezas artesanales, vinos caseros, pateros. Un almacén de ramos generales que tiene productos seleccionados como mermeladas entrerrianas, salsas dulces de Misiones, cervezas de quínoa de jengibre hechas en San Luis y más rarezas. Picadas, pan casero, sándwiches especiales, parrilla, cazuelas de vegetales al horno de barro, carnes de caza ya que cuentan con un cazador que trae jabalí, ciervo y liebre.
“La idea es desarrollar la carta por temporada con productos de estación y buscar siempre lo criollo, lo indígena, que se desconocen bastante y esta buena revalorizar”, Tatiana.
“Muchos vecinos vienen, es como un club social, no es un lugar apuntado a turistas”, aclara. “Nos llamó la atención que en Capital es muy difícil conseguir productos artesanales a precios razonables, y con el vino pasa lo mismo, los restaurantes tienen las mismas 20 bodegas. En nuestra página web está todo el detalle de los exclusivos productos que tenemos y su origen”.
Por otro lado, Gregorio explica: “Tenemos un poco de argentina en el ADN, porque la historia es de todos, no sabíamos mucho de argentina pero había una sensibilidad, es como las pirámides, no son de Egipto, son de todos, como el casco histórico de San Telmo, que no es de los porteños, es de todos. La gente dice que somos apasionados en lo que hacemos, yo creo que somos apasionados porque es apasionante”.
Curiosidades
Dentro de la pulpería se encuentra la heladera personal de Juan Duarte, quién era fanático de los vinos y había mandado a convertir la heladera carnicera para guardar sus vinos. Tiene dos temperaturas, una para los blancos otra para los tintos. Se usa para guardar los vinos más viejos que hay en la pulpería. Y en ese sector está la zona de picadas.
No hay nada nuevo en toda la casa, todo se compró usado y fue restaurado.
Hay conejos y también gallinas que proveen de huevos a la cocina.
Por la noche el patio se llena de luces de colores y parece de otra época.
Hay una particular balanza que además de dar el peso, lee la suerte. (Por suerte no solo dice el peso).
En el techo hay un precalentado de agua solar, ya que se reciclan todos los desechos. El lugar está hecho con conciencia ecológica.
En la casa se hallaron aljibes que concentraban el agua de lluvia para luego ser utilizada.
Quilapán: Nombre propio. Ultimo gran jefe mapuche, discípulo de Calfucura, fiel amigo del rey de la Patagonia Orélie Antoine I. Apasionado por la justicia y la libertad, el lonco Quilapán, arquitecto de la unificación del territorio mapuche, luchó para defender sus tierras y el respeto de las costumbres ancestrales.