Aquí sí que convive una mezcla rara, una verdadera historia con pueblo. Una pareja de franceses que se instalan en San Telmo y ponen una pulpería… Eso es Quilapán, lugar único en Buenos Aires. Al pasar la puerta de hierro te encontrás con un paisaje delirante, bucólico, casi como una parcela de campo en la ciudad y allí, Grégoire y Tatiana, con su acento francés se esmeran por darte lo mejor y contarte la historia de las transformaciones que surgieron en las excavaciones de este predio de la calle Defensa.
Además, se come muy bien, picada de campo pero con la delicadeza francesa a la hora de elegir los productos. Comimos queso de cabra con dulce de arándanos de Il Mirtilo, cracovia, queso feta de vaca, salame de ciervo y de jabalí, bondiola y cuartirolo con semillas de anís. Para tomar, un aperitivo casero Piaccere a base de Riesling.
