El veganismo no es simplemente un sistema de alimentación. Es un estilo de vida. Quienes se manifiestan veganos mantienen una dieta con ausencia total de carne (de vaca, de pollo y de pescado) pero también alejan de su vida todos los productos que derivan de la esclavitud de un animal.
Ser o no ser
Los veganos instalan el precepto de que “no se puede vivir a costa de otros” y a partir de esa premisa no consumen leche envasada, ni miel de abejas, ni mucho menos ropa de cuero. Todo lo que provenga de la explotación de una animal fuera de su hábitat de vida es rechazado por los veganos, quienes encuentran en todo el resto de los alimentos buenas opciones para su alimentación.
La dieta vegana consiste en gran medida en el consumo de vegetales, legumbres, semillas, frutos secos y frutas frescas. En las legumbres y semillas encuentran las proteínas requeridas diariamente y en los frutos secos la fuente de calorías. Los aceites permitidos son aquellos que tienen origen vegetal. El equilibrio es una de las premisas fundamentales del veganismo porque es de esta manera como se mantiene el vínculo con lo natural. Dado que ningún maltrato animal forma parte de esta doctrina de vida, tampoco el consumo de tabaco o el alcohol están permitidos por aquellos que eligen esta forma de vida.
¿Ser o no ser vegano?
Hay un fuerte precepto detrás de las prácticas del veganismo. Sin embargo, tal vez por la intensa búsqueda y reflexión acerca de los alimentos, lo que la población vegana busca no es comer sino alimentarse. Encontrar ingredientes que sirvan para mantener el cuerpo activo y no simplemente material para llenarse la panza. La vida del vegano se nutre también del fuerte contacto con la naturaleza y de la energía que ella le proporciona al no sentirse mancillada con la opresión que se le suele transmitir.Es una elección de vida, un modo de ver el entorno y de vincularse con él. Quien por decisión propia adopta esta actitud ante el mundo está, ante todas las cosas, haciendo un importante uso de su libertad.
