Una pincelada, una huella, una marca. El eco de la más pura alma tanguera hecho sonido, aire, un respirar que llena los pulmones y traspasa pantallas desde su esencia más sensitiva. Tangotrazo in Concert es, a fin de cuentas, una cita a corazón y sentidos abiertos: lo mejor del tango de Buenos Aires, consagrado a nivel mundial, en un concierto de música, canto y baile que la Pulpería Quilapán se ha dado el gustazo de alojar en su sala Macoco. ¿Gusta de un pequeño avance? En una charla abierta, Carlos Casal –productor general del evento– nos cuenta pormenores, y mayores, de su criatura artística.
A rodar la vida
Con su buen camino andado en el campo documental y en el ámbito de las noticias internacionales, Carlos Casal puso el ojo, y sus recursos audiovisuales, al servicio de la movida tanguera en Buenos Aires. Terreno incierto si los había, pues aun con la filiación que el tango y la Reina del Plata suponen, estamos ante un género de reducido impacto y escasa popularidad en el día a día de los porteños. Sin embargo, robusto y de gran anclaje fronteras afuera. “Un fenómeno. En cualquier lugar del mundo hay una milonga”, comenta Jorge. No sin el conocimiento de causa que le dio haber estado, a lo largo y a lo ancho de seis años, en las bambalinas de la música ciudadana; documentando su gesta cotidiana, su marcha. “Dos cámaras profesionales, sonido profesional… Todas las noches filmábamos con la complicidad de los artistas, gente madura que hace lo que le gusta y la pelea. Muy buenos en lo suyo y reconocidos”. Lo que se dice, la humildad de los grandes. No solo sobre la pista de baile sino en los estudios radiales en lo que se presentaban junto a Gabriel Soria, el presidente de la Academia Nacional de Tango. “Todos los sábados, de tres a cinco, ahí estábamos, presenciando el programa. Grabábamos y subíamos videos. Lo mismo en las noches de milonga. Con todo lo filmado armábamos un solo tema y lo subíamos”. ¿A dónde? A un sitio web llamado Tangotrazo. La semilla de lo que se vendría.
Luz, cámara, pasión…
Si Buenos Aires ha sido el útero de la actividad tanguera, la financiación desde la que sostenerse y crecer descansa fuera de los límites nacionales. “Los artistas viven de lo que ganan en el exterior, pero llegó la pandemia y quedó anclado en Buenos Aires lo mejor del tango del mundo. Así es como nace una gira visual a través de encuentros filmados donde se presentan músicos, bailarines y cantantes.” Sí, Tangotrazo in Concert… pero, ¿en qué escenario? La Pulpería Quilapán. Más precisamente, la sala Macoco. “Yo soy vecino de San Telmo, ya había estado en la pulpería. Es el escenario mismo. No necesitás tocar nada a nivel estético”. Por lo que, a trato hecho, quienes sí tocaron de lo lindo fueron los músicos. “Hicimos solo la música porque el piso no era el de una pista de baile”… Pero, aun así, vaya si la tarea ha llevado lo suyo. “Grabamos durante tres días, en set por turnos con diferentes músicos; y el haber estado cómodos se nota en el ambiente, en el producto final, es parte del resultado. Fueron en total nueve orquestas con sus cantantes”. Corría entonces el mes de noviembre, y un inolvidable imprevisto en la experiencia: “el primer día de filmación justo murió Maradona. Así que tuvimos que sacar técnicos del set para cubrir la noticia, cambiar los camarógrafos. Pero seguimos adelante”.
¿Qué por qué el tango y su mundo? “En mi casa se escuchaba tango. Para mí siempre fue música normal y corriente. Pero empecé a tener interés en qué pasaba, en cómo se hacen las cosas. Tengo alma documentalista. El tango es un mundo por descubrir, en lo profundo, quería saber. Me interesaba personalmente. Es mi música. Todo fue una conjunción. Porque, en su momento, todos nos abrieron las puertas aun sin explotación comercial. Fue una experiencia personal”. Y más que eso. Tangotrazo es ahora la invitación a un viaje colectivo, abierto al mundo. “Tenemos corresponsales fuera para la venta internacional. Son nueve programas en total, uno por mes”. Vaya preparando pasaporte. No diga que no le avisamos…