Tato Bores y Enrique Pinti: con la política también se puede reír

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Cada uno con su propio estilo, instalaron en la cultura argentina una forma entretenida de crítica política.

Nace el humor político en Argentina de la mano de revistas que buscaban desde una manera irónica o satírica hablar de la realidad mediatizada con la risa. Es el humor, en la historia de la humanidad, un fuerte forjador de opiniones, miradas o perspectivas, porque desde su óptica se instala un estrado en el que todo vale o puede decirse. Un papel preponderante toma en Argentina esta manera tan particular de divulgar pensamientos a partir de 1860 con la revista Mosquito que luego tuvo su consolidación con la aún vigente Caras y Caretas y que alcanzó momentos de auge con actores como Tato Bores y Enrique Pinti, ambos máximos exponentes del género.

“Vermouth con papas fritas y ¡Good show!”

Un monólogo televisivo lleno de ironías, inteligentes y audaces, comenzó a ser parte de los domingos argentinos desde el año 1961. Fue Tato Bores quien se apropió de la televisión a partir de ese año, para nunca descansar, con su mirada puesta siempre en la realidad política. Mauricio Borensztein -así se llamaba- fue un artista polifacético que transitó por la radio, por el cine y por el teatro pero consolidó la imagen con la que trascendería a la memoria colectiva vestido, en televisión, con un frac, una peluca, anteojos de marco grueso y un habano.
De habla veloz, muy talentoso y sagaz, acuño frases del estilo “El que sabe, sabe y el que no es jefe”; “Vivir se puede pero no te dejan” o aquella con la que daba fin a sus polémicas presentaciones dominicales: “Así que mis queridos chichipíos, la neurona atenta, vermú con papas fritas y ¡Good show!”
Detrás de una sonrisa, refería situaciones que nadie se atrevía a expresar y ejercía una dura crítica a políticos y famosos que de igual manera desfilaban por su programa. Una lluvia de papelitos, patines que originalmente utilizaba y un implacable teléfono negro que nada hacía callar, son quizá los símbolos más relevantes que quedan como recuerdos perennes de aquellas intervenciones.

Una “mala palabra” nunca mejor dicha

Actor, comediante y monologuista de alto rango, Enrique Pinti es también un exponente fuerte del humor político. Su amplia trayectoria lo encuentra desde muy joven sumado al teatro, cine y televisión y es, a partir de 1973, cuando comienza a intervenir con audaces monólogos en espectáculos de tinte político que él mismo produce. Salsa Criolla puede considerarse el punto central de su carrera y a partir de esa instancia su boca será cada vez más filosa. Es un ingenioso constructor de discursos con referencia a la política de turno, en los que las “malas palabras” (la **** que te *****) tuvieron una zona de privilegio poco antes vista y traspasaron, así, varios tabúes por su incuestionable “buen uso”.

Humor, política y censura

Las críticas políticas no son siempre bienvenidas y es por ello que la censura se hace presente en momentos en que la libertad no goza de toda su expresión. La época de la dictadura tuvo a Tato Bores, por ejemplo, alejado de la televisión durante un tiempo importante durante 1976 pero no fue solamente ese período en que se vio limitada la expresión. Durante 1992 la jueza federal María Romilda Servini de Cubría censuró un segmento del programa de Tato antes de que saliera al aire por estar ella involucrada en la historia y esa acción causó una importante reacción en los medios y en la sociedad en general.

Pocos son lo que, desde su inteligencia, humor y sabiduría tienen además la audacia de exponer una crítica política de manera pública. Tato y Pinti se convierten entonces en exponentes, no solo para admirar sino también para disfrutar de su incansable actualidad.

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