Transfundir sangre, entregar vida

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Donar una parte del propio cuerpo es, quizá, el acto más noble que el ser humano pueda realizar.

Según la Organización Mundial de la Salud una transfusión de sangre es “la transferencia de sangre o componentes sanguíneos de un sujeto (donante) a otro (receptor)”. Considerando esta definición, decimos que este pasaje intravenoso puede llevarse a cabo sólo a partir del ensamblaje de dos voluntades. Sin donante, no hay sangre; sin consentimiento para recibirla, tampoco.

Un médico argentino hace historia

Luego de reiterados fracasos en varios países, la primera transfusión de sangre tuvo lugar en Argentina, en 1914. Este increíble paso de la medicina fue obra del Dr. Luis Agote, destacadísimo médico argentino que logró dejar atrás un método de alto riesgo utilizado hasta entonces: la transfusión directa conectando vena con vena. Su logro fue descubrir que, agregando citrato de sodio a la sangre, se evitaba la coagulación, principal obstáculo para la conservación adecuada de la sangre y la realización de transfusiones seguras. Lógicamente, este extraordinario acontecimiento tuvo gran impacto a nivel internacional, generando un eco en la reproducción de esta nueva práctica.

Dudas vs salud

Al margen de su indiscutida efectividad, cuyo mérito es -nada menos- salvar vidas, en ocasiones la temática de la transfusión sanguínea genera cierto temor en los pacientes. Para despejar dudas, es vital aclarar que la sangre donada se considera apta para ser trasfundida luego de un cuidadoso proceso de selección, mediante el cual el donante es sometido a diferentes estudios clínicos y cuestionarios personales. Este procedimiento se aplica para certificar la calidad de la donación y evitar así el riesgo de contagio de virus o enfermedades infecciosas.

Fuentes donantes

Un paciente puede requerir una transfusión de sangre por varias razones: luego de una cirugía mayor, al lesionarse gravemente o cuando el cuerpo sufre una hemorragia. ¿De dónde proviene la sangre que recibe el paciente? Hay tres posibilidades: del público sanguíneamente compatible que por propia voluntad la ha donado, de un familiar directo que la ofrece ante una situación de emergencia o de una autodonación (sangre propia extraída antes de una intervención quirúrgica, por ejemplo).

Concientización

Tanto en las donaciones de sangre como de órganos, entran en juego una serie de factores: las creencias religiosas, las convicciones personales, el sentido comunitario y la solidaridad, todos términos que desembocan en un lugar muy preciso: el registro del “otro”. Se trata del ser humano indefectiblemente convertido en ser social, con el deber que ello implica, la sensibilidad que se espera y las consecuencias que un “sí” o un “no” puedan acarrear. De esa respuesta dependerán tantas tragedias, o tantos milagros.

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