Un apasionado de la Pampa por La Nación

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La Pulpería Quilapán es una propuesta gastronómica relacionada con nuestras costumbres camperas; su mentor es un francés apasionado.

La Pulpería Quilapán es una propuesta gastronómica relacionada con nuestras costumbres camperas, en un barrio típico de la bohemia porteña; su mentor es francés apasionado por la Pampa.

Por Leando Murciego

Como siempre San Telmo constantemente se renueva y propone alternativas gastronómicas originales y de calidad… En esta ocasión la nueva propuesta llega de la mano de La Pulpería Quilapán, un espacio bien criollo que parece extraído de algún recodo de un viejo recuerdo, que recrea esos espacios pintorescos campestres.

La Pulpería, que se presenta como un nuevo espacio para saborear comidas criollas, nació de la mano de un francés cautivado por el terruño argentino. El sueño de contar con su propio espacio gastronómico de estas características fue un trabajo lento y metodológico, recordó Gregoire Fabre: “viajé por todo el país buscando esos pequeños productores artesanales escondidos en las ferias, exposiciones y chacras de cada provincia. Así fue que me topé con la cerveza del Chañar de San Luis, el licor de Algarroba del Valle de Traslasierra, el salame del Tigre y los quesos de Suipacha. La selección de productos se basa en su valor ecológico, social, y cultural, así cumple con respetar al medioambiente, al hombre y a su patrimonio”, comentó Fabre.

El propietario cuando habla de su espacio comercial se entusiasma y lo define así: “La Pulpería es una red que permite redescubrir la gastronomía y el patrimonio argentino a través de un bar, un almacén y un club social. Aquí se pueden degustar buenos licores regionales, cervezas artesanales, vinos pateros, quesos y fiambres criollos, empanadas de varias provincias, platos regionales al horno de barro: todo en raciones para compartir. Pero también, disfrutar este espacio de encuentro entre vecinos, turistas y visitantes”, contó Fabre.

En el almacén conviven unos 250 productos argentinos de “gran riqueza social, ecológica y cultural, con descripciones de los productos y un completo perfil de cada responsable. “El Club Social Pulpero está abierto a actividades sociales, intercambios de ideas, y debates culturales”, dijo su dueño.

Entrar en las instalaciones de La Pulpería es como retroceder más de 60 años, desarrollado en una gran casona de estilo colonial cuenta dos patios anchos, con ladrillos a la vista; además tiene una pequeña chacrita y un pintoresco y cuidado jardín. Fabre, un defensor de los cuidados ambientales instaló un techo verde que: “asegura la aislación térmica de las oficinas y sirve como parque para las gallinas y conejos alimentados con desechos verdes de la cocina”, dijo Fabre.

Uno de los logros que lo enorgullece es la puesta en marcha de una vieja cisterna. “Como curiosidad le devolvimos la vida a una vieja cisterna de 1860, que recupera el agua de lluvia de los techos, y se usa para los depósitos de los inodoros, el riego, y las canillas de servicio”, contó el emprendedor, que invirtió más de 2 millones de pesos para concebir su sueño.

El agua se calienta por medio de un calentador solar colocado en el techo de la cocina. Se hizo una perforación a 60 metros, para llegar a una napa subterránea de agua potable, que se manda a la pileta de cría de peces autóctonos y a la máquina de soda. También es un museo vivo de la cultura argentina. En todos los ambientes hay recortes de diarios, fotografías, grabados, gramófono, televisores a válvulas y discos de pasta. “En la biblioteca hay una selección excepcional de libros de historia, arquitectura, agricultura, folklore y gastronomía nacional. En nuestras vitrinas se exhiben monedas viejas, fragmentos de botellas, joyas, pipas, juguetes rotos y estribos encontradas por un equipo de arqueólogos”, concluyó Fabre.