Ubicada al noroeste del país, limita al norte con Bolivia, al oeste con Chile a través de la Cordillera de los Andes, y al este y al sur con su compañera, Salta. Jujuy, la provincia “con forma de botita” en el mapa argentino, es tierra fértil para el conocimiento del turista, tanto por su riqueza geográfica como por la marcada huella intercultural que refleja.
Pobladores originarios
Luego de varias décadas dependiendo de la Intendencia de Salta, en 1834 Jujuy logró autoafirmarse como gobierno autónomo. Los registros de población datan de hace 10.000 años, cuando pueblos cazadores-recolectores acudían a los recursos disponibles en los bosques y las selvas para sobrevivir. Esta etapa de la historia no perdió continuidad: actualmente, Jujuy es la provincia argentina con mayor tasa de descendientes de pueblos originarios, y donde el 38% de la población rural es aborigen.
Para recorrer a pie
Los 53.219 km2 que constituyen territorio jujeño presentan panoramas climáticos y ecosistemas variables, determinados por sus cuatro regiones turísticas principales:
– La Puna, territorio árido y muy elevado, con relieves de rasgos cordilleranos. Esta región fría y seca también luce cerros, planicies y volcanes. Aún está habitada por pueblos andinos con costumbres ancestrales.
– La Quebrada de Humahuaca, espectacular valle montañoso irregular que atraviesa la provincia de norte a sur. Su ubicación estratégica ha vinculado culturas de distintas procedencias a lo largo de los siglos. En 2003, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en la categoría Paisaje Cultural.
–Las Yungas, de abundante vegetación “selvática” entre montañas y destacada biodiversidad, presenta una gran variedad étnica: kollas, omaguacas, guaraníes, ocloyas y wichis.
–Los Valles, donde reina la primavera casi todo el año, presentan diferentes altitudes y vertientes de agua, diques y lagunas. Tiene un gran bagaje histórico.
Y cómo no mencionar al Cerro de los Siete Colores de Purmamarca, originado hace 75 millones de años por el depósito natural y progresivo de sedimento de distintos tonos. Un escenario autóctono como éste, que fusiona naturaleza, cultura y tradiciones de manera extraordinaria, lo eleva a la categoría de imperdible.