Techo verde, que te quiero verde

FOTOTECA

Youssou, custodio, panadero y agricultor de la pulpería, presenta las bondades de nuestro techo verde. Cultivos a troche y moche para usted.

Dicen la historia, los cuentos y las leyendas que todo gran tesoro yace en las profundidades. Y vaya si suelo abajo de nuestros pagos habremos encontrado joyitas de lo lindo… Sin embargo, en el sin igual reducto porteño que es la Pulpería Quilapán, los tesoros también saben de alturas. Más precisamente, de azoteas. Pues uno de nuestros secretos mejores guardados se extiende terraza arriba. Sí, señores. Techo verde queríamos. Y techo verde tenemos. ¿Cómo la ve?

Bien de altura

¿Al fondo a la derecha? No, al fondo y arriba. Allí donde los ojos de los parroquianos no llegan ni aun apuntando las narices al cielo. Puro trabajo tras bambalinas el de Youssou, panadero y guardián de la pulpería; más, sobre todo, del techo verde que corona la casona Quilapán. “Menta y romero. Mucha menta, más que nada. Antes también algo de tomillo y rúcula”, enumera Youssou a la hora de presentar a las verdes criaturas que, cual laboriosa hormiguita, cultiva y protege afanosamente aunque llueve, truene o solee a rabiar. Y vaya si el esfuerzo lo vale… ¿Alguna vez probó nuestra limonada casera? Si así lo hizo, vaya sabiendo que su menta, responsable de ese gustito tan especial que ninguna otra tiene, nada sabe de vértigo. Proveniente de nuestro techo verde, no solo se trata de un ingrediente cultivado in situ, sino que resulta 100% orgánico. Imagine que el compost con el que nutrimos su tierra también se prepara en la pulpería, con los sobrantes orgánicos de la cocina… Redondito, redondito. ¿Vio? Y sustentable también.

El que sabe, sabe

Si el que persevera triunfa, Youssou ya es todo un ganador… El legado campero de su familia, el trabajo en la tierra y su predilección por la naturaleza han sentado las bases de tan frondosa iniciativa. Y aunque sea a prueba y error, nuestro cada vez más nutrido techo verde da fe de que siempre se puede. “No hay que creer que no, hay que intentar”, afirma Youssou aun ante las vicisitudes climáticas de esta frenética Buenos Aires. Y lo cierto es que por buen camino anda, pues, él bien sabe, si en sus senegaleses pagos lo hizo posible, ¿cómo no habría de hacerlo aquí? “En África hace más calor que en Buenos Aires”, sentencia concluyente, ufano de su creación. Así la historia, todo está por venir.

 

Más verdor, más variedades y, por lo tanto, más sabores de la casa propiamente dichos. ¿No nos hemos cansado ya de decirle que queremos se sienta como en su mesa? Entre macetas y regadores, Youssou hace lo suyo y va por más. ¿Será que nuestra codiciada menta encuentra nuevas raigambres de compañía allí en las alturas? Palabra de agricultor, el intento será hecho.

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