Vieja y conocida de la casa, la muña no solo se pavonea por las montañas y serranías nacionales. Originaria de Latinoamérica, también crece a troche y moche por los pagos de Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia y Venezuela. Así pues, la muña, afamada por su carácter medicinal y afrodisíaco (¿lo recuerda?), pregona con el ejemplo, y el efecto, desde tiempos ancestrales. Y no solo por sus propiedades curativas, sino por su don aromatizante a la hora de la cocina, por cierto, también internacional. ¿Nos acompaña a descubrir de qué manera?
Al calor del sabor
Le hemos dicho ya, la muña es toda una especialista si de dar un golpe de sabor a salsas y rellenos se trata. Pues además de sacudir el paladar, aporta su buena dosis de proteínas; lo que la convierte en un gran aliado de comidas más bien ricas en hidratos. Y si de platos energéticos hablamos, bienvenida sea la olla: guisos, estofados y compañía son lo suyo. Algo que no ha pasado en absoluto desapercibido a extramuros nacionales, donde la muña no es un simple “condimento” sino un ingrediente imprescindible de recetas varias. Tal es el caso de los caldos y los llamados “chupes”: sopas de papas.
En barra
Sin embargo, uno de los más llamativos usos de la muña se da a la hora de las copas, pues no le esquiva a las bebidas alcohólicas. Además del licor de muña propiamente dicho, de un tiempo a esta parte la muña ha sido protagonista del regreso a las fuentes que está experimentando la coctelería nacional. Y cuando hablamos de regreso, no precisamente a lo clásico; sino a la materia prima que madre natura da en suelo propio, a lo regional. Así como la manzanilla, el arca yuyo, la cola de caballo, las mismas hojas de coca y demás hierbas más dignas de té de abuela que de barra de estaño, la muña dice presente en tragos y aperitivos que, a pura innovación y recetas de autor, proponen un rescate de lo autóctono; versionando la más tradicionales bebidas con sello nacional y provincial.
Muña que TE quiero, muña
Claro que si mencionamos al te, no habremos de pasar a la muña por alto. Las infusiones son, tal vez, su más tradicional modo de consumo; aquellas para las que se recurre a sus pequeñas flores. Eso sí, sus hojas también son aptas. Sus aires mentolados hacen que, infusionadas y en compañía de miel de abeja, sean una opción más que natural a la hora de combatir la fresca del invierno. Incluso, dadas sus propiedades digestivas, perfecta para las post comilonas. ¿Qué si la muña también es capaz de hacer buenas migas con nuestro querido mate? Desde luego que sí, en reducidas dosis aportará frescura de la buena a la yerba; además de todo lo buenos que la muña encierra en su propia hierba.
Opciones no le faltan y razones tampoco. Hágase amigo de la muña; que para perder tendrá muy poco.