Jean Raspail, la pluma de la Patagonia

FOTOTECA

Autor de la novela sobre Antoine de Tounens, rey de la Patagonia, Jean Raspail surcó territorios en su más revelador viaje: la escritura.

Lo suyo era surcar mares, embarcarse en aventuras. A juzgar por su voluntad, tal vez no las suficientes. Sin embargo, el francés Jean Raspail descubrió en el andar de su vida que la pluma también era un buen abordaje, lo suficientemente efectivo como para llevarlo bien lejos. “Escribir también es un largo viaje”, supo decir. Y así fue como a puño y tinta se convirtió en aprendiz. Ante un mundo entero por descubrir y decodificar, Jean Raspail aplicó su particular tamiz dejando a la posteridad el legado de su controvertida obra.

Trotaplumas

¿Era acaso el voluntarioso viaje a bordo de su pluma aquel que lo llevó a desafiar distancias y territorios o viceversa? El caso es que, allá por 1951, Jean Raspail cruzó el continente americano en automóvil; expedición que se materializó en su primer libro de viajes un año después: Land of fire – Alaska. Y la seguidilla editorial fue extensa y nutrida. Luego fue el turno de El viento de los pinos (Japón), Tierra y pueblo inca (Perú) y Tierras santas y profanas (Congo). Los periódicos se hicieron eco de tal producción, por lo que Jean Raspail también se despachaba con sus columnas periodísticas, al tiempo que comenzaba a incursionar en el campo de las novelas: El desembarco, El juego del rey y Septentrion darían que hablar.

Yo, Antoine

Sin embargo, el mayor éxito del francés llegaría de la mano de un compatriota, uno de los suyos. Coterráneo, aventurero, ¡todo un rey! Efectivamente, don Antoine de Tounens, un amigo de la casa. ¿Lo recuerda? Nada menos que el proclamado rey de la Araucanía y la Patagonia, aunque de breve corona: el reinado duró dos años; pero la historia resultaría imperecedera, inoxidable en las palabras de Jean Raspail bajo el título de Yo, Antoine, rey de la Patagonia. ¿Reconocimientos y aplausos? En 1981, la obra fue premiada por parte de la Academia Francesa, y, desde entonces, atravesó fronteras hasta, incluso, volver a las fuentes: las tierras nacionales.

Dicen que las palabras se las lleva el viento, aunque si las media una pluma, la historia puede ser bien distinta. Y así lo creyó Jean Raspail. Tras decir adiós en junio de 2020, y a poco de cumplir 95 años, no caben dudas de que su obra no pasará inadvertida ni aun bajo el peso de los años. Profeta en su tierra de letras, en su sembradío de relatos, Jean Raspail así lo ratificó: “Este reino es eterno. Por los tiempos que corren y por los tiempos que vienen, me honro en declararme patagón”.

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