Albahaca morada, la rebelde con causa… ¡y muy buena!

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Sabrosa, saludable y sagrada en sus hindúes pagos de origen, la albahaca morada da que hablar y gustar. De nuestra huerta hasta a su mesa.

Poco frecuente en mercados, no suele pasar desapercibida aun en su escasez. Dueña de un púrpura magnético, eléctrica en el rizado de sus hojas, la albahaca morada se florea con un exotismo que viene de raíz. Oriunda del trópico, en los pagos asiáticos y las islas del Pacífico, esta buena moza da que hablar en el mundo entero. Y ya aterrizó en el techo verde de la pulpería, donde la cultivamos con todo esmero. ¿Gusta en conocerla?

A todo color… y sabor

La albahaca morada tiene sabor a albahaca, cómo no. Aquel que inconfundiblemente entrega a nuestro paladar la albahaca genovesa, aquella que conocemos como albahaca tradicional. Sin embargo, la morada o cimarrona (como también se la conoce) aparece en escena para ponerle picante a la cosa. Con notas de menta y clavo, tampoco resulta inadvertida a la hora del sabor, y en múltiples preparaciones. Desde el consumo fresco en ensaladas y como aromática compañera de carne y pescados, hasta ingrediente estrella de salsas y purés. Sin ir más lejos, en sabrosa sociedad con el tomate ha llegado lejos si de pastas se trata. De igual manera, se lleva de maravillas con el queso (muy especialmente el parmesano), las almendras y los piñones ¿Los recuerda? Por lo que no por exótica la albahaca morada resulta menos dúctil. Incluso su solo color y aroma la convierten en buena aliada de los emplatados. Puro encanto visual que tampoco escapa a los aceites y vinagres, en quienes es incorporada para potenciar su sabor y entregarles su buen tinte.

Manos a la hoja

¿Pero qué hay de la planta en sí? Estamos ante una aromática capaz de alcanzar los 60cm de altura y con un ancho adaptable a su superficie de cultivo, a cuya tierra solo le basta con gozar de un buen drenaje. ¿Pretensiones? El abrigo diario de hasta ocho horas de luz, pues no resiste el frío. Todo lo demás, depende de nuestra buena mano, en tanto algunos secretos en cuanto a su cosecha son fundamentales para su longevidad. La albahaca morada precisa pues que la extracción de sus hojas se lleve a cabo desde el exterior de la planta hacia el interior y desde arriba para abajo. Y sin alcanzar más de la mitad de la planta cosechada, en tanto no alcanzaría a regenerarse. Su ciclo de vida es aproximadamente siete meses, comenzando la floración pasados dos meses de la germinación. Tras ella, las semillas maduras caen germinan fácilmente. ¿Qué si las flores también son comestibles? Sí, por lo que son aptas para consumo fresco y, más frecuentemente, en infusiones. Por lo que, si de la primer opción se trata, al igual que ocurre con las hojas, siempre se recomienda realizar la cosecha en las primeras horas de la mañana, momento en que la planta contiene más aceite esencial. Muy especialmente si habremos de consumirla ese mismo día.

Albahaca morada, albahaca sagrada

Consagrada a la diosa Lakshmi (esposa de Visnú, dios que conserva la vida), la albahaca morada es dueña de un preciado respeto en la India, donde se la conoce como tulsi y es considerada madre de las medicinas de la naturaleza, por lo que suele sentar presencia en el exterior de los templos hindúes así como también en los hogares. Prácticas y creencias aparte, lo cierto es que la albahaca morada tiene con qué. De hecho, en la antigua Roma y Grecia también se hicieron eco de sus cualidades, tanto en cuerpo como en espíritu. Por lo que, yendo a lo fáctico, los beneficios de la albahaca morada a la salud son numerosos, y auspiciosos. Antioxidante, antiinflamatoria y antiasmática. Un triple escudo al que se suman sus virtudes analgésicas, hipotensora, hepaprotectora, diurética y sedante, entre otras.

Porque si las buenas prácticas empiezan por casa, mucho mejor si lo hacen en una buena mesa. Todo por cuanto lo propia hacemos por estos lares, desde las alturas de nuestro reverdecido techo. Para que el más saludable de los sabores llegue a sus platos sin artificios ni más intermediarios que nuestras buenas manos. Sume también las suyas.