Gaznates, dulzura envuelta… ¡gula resuelta!

FOTOTECA

Al abrazo de una masa de yemas, anís y cognac, el dulce relleno de los gaznates es un preciado obsequio para los más golosos paladares.

Que recetas a base de masa y dulce sí que hay unas cuantas. Comenzando por los argentinísimos alfajores y continuando por los siempre tentadores pastelitos. Sin embargo, las bondades de la cocina norteña aún guardan más ases en su recetario; de esos que los paladares golosos bien saben agradecer. Así pues, los gaznates que hoy presentamos, lejos están de ser la excepción.

 

Garganta profunda

Podrían considerarse una especie de pasteles fritos, sí, aunque con forma de pañuelo o, imaginación mediante, ¡de garganta! De allí el por qué de su nombre… Sin embargo, las formas son lo de menos. Sabor, si algo pregonan los gaznates es el buen sabor, ese que se percibe único a la primera saboreada: el anís y el cognac son de la partida en la preparación de una masa a base de yema de huevos; mientras que el relleno arroja tantas variantes como las preferencias dicten. Al clásico y argento dulce de leche se le suman el norteño cayote, por ejemplo. ¿Batata?, ¿membrillo? Todo vale si de “envolver dulzura” se trata. Aquello en lo que los gaznates son verdaderos expertos.

Paso a paso

  • 6 yemas
  • ¼ kg de harina de trigo
  • 1 cucharadita de anís en grano
  • 1 cucharada de grasa de pella derretida
  • ½ cucharada de cognac
  • Grasa para freír en cantidad necesaria
  • ½ Kg de dulce de leche

Bata las yemas hasta obtener un fluido de consistencia cremosa, de aspecto casi blanco. Añada el anís, el cognac y la harina. Mezcle hasta dar con una masa blanda y homogénea, y trabájela hasta que ya no se pegue en sus manos. Durante dicho proceso, agregue poco a poco la grasa derretida. Una vez lista, deje la masa en reposo durante aproximados 20 minutos. Luego, estírela hasta que quede bien fina, lo más delgada que le sea posible. Córtela en cuadrados de alrededor de seis centímetros de lado. Una las puntas opuestas de cada cuadrado y humedézcalas con agua para evitar que se despeguen. A continuación, fría los “pañuelos” resultantes en grasa bien caliente, hasta que estén dorados. Deje enfriar y rellene con dulce de leche. De aquí en más, las palabras sobran. Saboree, disfrute… ¡y comparta!