Que de los persas a los árabes, de éstos a los españoles y el resto es historia conocida. Sí, las empanadas no son más que otra herencia culinaria de la Madre Patria, aunque adoptadas con todas las ley: variedades mediante, hoy son tan nuestras que cada territorio ha concebido la propia. ¿Y por casa, cómo andamos? Tan porteñas como prácticas, las empanadas de jamón y queso siempre están al pie del cañón.
Camino al andar
Cierto es que su origen exacto se esfuma en el tiempo, pero se cree que las empanadas llegaron a la península ibérica de la mano de los moros, allá por el siglo VIII. Claro que no lo hicieron solas: almíbares, hojaldres y demás etcéteras también fueron de la partida. Todos cuantos, siglos después, y conquista territorial mediante, habrían de desembarcar en los pagos nacionales. Para entonces, las empanadas ya eran un plato auténticamente español. ¿Acaso tan propio como lo es para nosotros? Si bien las empanadas se asentaron primitivamente en la región andina, su expansión llegó más temprano que tarde. Y, amén de las variaciones propiciadas por los recetarios autóctonos, se han convertido en una argentinidad mayúscula. ¡Y qué buena dupla componen con los vinos nacionales! Sin dudas, una pareja que da que paladear.
Nacionales, populares…y porteñas
Tan nuestras son las empandas que unas cuantas provincias se ufanan de la propia, convirtiéndola en un símbolo identitario. Y no sólo de rellenos va el asunto…Que al horno, que fritas, que repulgue hacia arriba, que repulgue hacia el costado… ¿dulces o saladas? Las hay para todos los gustos, y hasta para todas las latitudes. Pues, aunque no se las reconozca como una “porteñada”, las empanadas de jamón y queso son tan recurrentes en Buenos Aires como en ningún otro sitio. ¿Usted qué opina, estimado/a vecino/a?
Vía libre
Prácticas, listas en un periquete y cumplidoras como pocas… ¡esas son las empanadas de jamón y queso! Le digo más, lo suyo también es la ductilidad…Y es que, sobre gustos, no hay nada escrito. ¿Acaso hay una receta estricta? De ninguna manera. Más allá de la obvia simpleza que implica la receta, cada cual con su librito: ¿jamón y queso hilados en igual cantidad? ¿Queso port salut, mantecoso o mozzarella? ¿Jamón en cubos o en feta, cosa de envolver al queso en su interior? ¿Qué tal una pizca de orégano u otro condimento?
Cómo verá, la sencillez da grandes oportunidades a la creatividad. ¡La decisión es suya! Y la invitación es nuestra… ¿Todavía no probó las empanadas de la casa? Véngase a la pulpería, donde, crocantes y doraditas, protagonizan más de una panzada.