Bondiola a la sidra, sabor al cuello

FOTOTECA

Porque el pescuezo también tiene lo suyo, presentamos la bondiola al plato. Carne argentina que se atreve a las mieles de la dulce sidra.

Debilidad de todo “sanguchero”, la bondiola no se resigna a sentarse a la mesa. Entre pan y pan, es toda una institución argentina. Al plato y con cuchillo y tenedor, un manjar aún no paladeado por muchos. Aquí, lo invitamos a hacer el intento.

Yo, bondiola

Fiel amiga de la salsa criolla, la bondiola también pude hacer buenas migas con el dulzor de alguna otra fruta. ¿Quién dijo que los sabores agridulces son propiedad exclusiva del carré de cerdo? No solamente en el costillar encontramos carne de la buena; sino también en el pescuezo, allí donde nuestra querida bondiola, tan asidua concurrente de planchas y parillas, alza la bandera de las sartenes y cacerolas. Esas que preparan sus fondos para una receta a puro sabor. Nada más y nada menos, que con la grata compañía de la dama del brindis: la sidra. Quien abandona las copas para lanzar al fuego toda su frescura.

A la cacerola

  • Bondiola (1)
  • Ciruelas descarozadas (1 puñado)
  • Sidra (1 botella)
  • Canela (1 rama)
  • Cebollas (2)
  • Ajos (5 dientes)
  • Panceta ahumada (300 gramos)
  • Romero fresco (1 rama)
  • Sal y pimienta negra (a gusto)

En una cacerola de fondo grueso, doramos la bondiola en aceite (puede ser entera o rebanada en piezas de unos 5cm de grosor). Mientras ello ocurre, comenzamos a sumarle el resto de los ingredientes. Primero, las cebollas en cubos (nada de andar picándolas, la idea es que se incorporen en trozos grandes para que no se desintegren y sean parte de la propia guarnición). Luego, la panceta ahumada se alista a la misma suerte: cortada en generosos cubos va directo a la cacerola junto con los dientes de ajo -enteros y pelados-. ¿Y ahora? El turno de la canela, gran compañera de sabor de la manzana y, por lo tanto, de la sidra. Despedazamos la rama y la sumamos a la cocción.
Ahora sí, salamos la bondiola (verá como ya comenzó a tomar un color doradito) y la condimentamos con pimienta negra y romero. Finalmente, incorporamos las ciruelas y coronamos con todo el dulzor de la sidra. Mándele toda la botella con confianza y lleve a hervor bajo durante una hora y media. Eso sí, que sea con la olla semitapada, cosa de que el vapor generado ayude a tiernizar la bondiola. Vaya pispeándola de vez en cuando y gire la carne para una cocción pareja. Pasado ya el tiempo estimado, destape y deje que se reduzca la salsa, así consigue más cuerpo y un sabor más concentrado.
Así que ya sabe, a la hora de la verdad, sirva la bondiola al plato ¡y no olvide el fondito de vegetales y panceta! Unas buenas papas fritas se encargarán de hacerle más que grata compañía.