De la especie de Cannabis Sativa, es primo de la llamada “marihuana”. Solo que, a escasa sustancia psicoactiva respecto a ésta, los alcances del cáñamo son pura promesa a futuro. Eso sí, aunque no vaya a creerlo, tan antiguos como su uso. Recurso dilecto de la humanidad desde hace 10 mil años para confeccionar hilados y textiles, la planta del cáñamo es un mucho que una alternativa ancestral, pues su uso podría reducir hasta en un 40% la utilización de plásticos en industrias. ¿Qué tal? Sin más preámbulos, pase y conózcalo.
Pulgar arriba
El hecho de que el cáñamo permite imitar cualquier material plástico a partir de su madera sea quizá su mayor as bajo la manga. En tanto implica una alternativa biodegradable, además de una alta funcionalidad dada su capacidad de resistencia. Vea así, el plástico de cáñamo puede utilizarse, pues, para la confección de piezas automotrices (de hecho, Henry Ford realizó un modelo de automóvil con carrocería de cáñamo y habas de soja en 1941); más también a modo de aislante en una construcción. Y la cosa no termina acá, pues su biomasa (ese producto de su fotosíntesis capaz de ser transformado en combustible) resulta una alternativa más limpia al gas, el petróleo o el carbón. ¿Motivos? Resulta que el dióxido de carbono que libera en su combustión está a nivel del que consume la planta durante su crecimiento. Lo que se dice: huella de carbono compensada. Además de su menor toxicidad respecto al carbón, por ejemplo, dada su prácticamente nula emisión de azufre. Y como frutilla del postre, en materia medioambiental, la planta de cáñamo precisa cinco veces menos cantidad de agua que la que precisa la planta de algodón. Al tiempo que una hectárea de su plantación es capaz de producir el doble de fibra que esta última (como si poco fuera, para dar como resultado telas más frescas y resistentes que el algodón; suaves y absorbentes, similares al lino). De modo que la ecuación cierra por todos lados a la hora de apostar al cáñamo. No en vano, se trata de uno de los cultivos industriales con más historia del mundo.
Pasito a paso
El cultivo de cáñamo, con fines textiles, supo alcanzar su auge en Argentina durante la primera mitad del siglo XIX, hasta su prohibición en 1960. Claro que el redescubrimiento de la especie de Cannabis y sus derivados en el ámbito medicinal ha puesto en jaque todo marco legal vigente hasta entonces. Aun así, la ley no acaba por darle la derecha del todo. De modo que en Argentina, la producción y comercialización de cáñamo está prohibida. Cierto es que a partir de la Ley 27.669 y el Decreto 266/2022 fue posible la creación de la Agencia Reguladora de la Industria del Cáñamo y el Cannabis Medicinal, la cual establece los lineamientos para la producción y comercialización de planta, semillas y productos derivados. Así es como la luz parece abrirse en el camino, pero hay aún otros factores a considerar. Por ejemplo, la propia industria, ya que el país no cuenta con la maquinaria necesaria para procesar la planta y obtener las fibras. ¿Algo más? Sí. Aunque impensado, la falta de demanda. Porque ¿qué tanto sabe la sociedad acerca de la existencia del cáñamo, sus usos y beneficios? Conocer para pretender. Esa es la cuestión. Como primer paso, en septiembre de 2022 se desarrolló en San Luis la primera Expo de Cáñamo Industrial de Argentina, reuniendo a proveedores industriales y rurales, proveedores de maquinarias e insumos, emprendedores e instituciones tanto públicas como privadas de Argentina y del mundo.
Adelantado
Se dice que el propio Manuel Belgrano ha sido uno de los impulsores de la planta de cáñamo en Argentina, con vistas al desarrollo local en tanto los beneficios industriales y comerciales que aquello podía traer aparejado de acuerdo a lo aprendido en Europa. Y el caso es que desde Europa, cruzando el charco, llegó quien se conoce como el rey del cáñamo en suelo nacional: el belga Julio Stevernlynck. Más precisamente, en los bonaerenses pagos de Jáuregui, donde montó un emporio textil. Así fue como Jáuregui llegó a contar con más 400 hectáreas de campo sembrado de cáñamo, producto de un proyecto experimental encabezado por la empresa Linera Bonaerense. De hecho, gracias a la resistencia de la planta fue que los empleados la utilizaban para fabricar suelas de alpargatas y paneles aglomerados de una madera de lino y cáñamo. Se trató del segundo emprendimiento del belga, quien 10 años antes, en 1928, ya había instalado allí la algodonera Flandria. Pero que tras la pegada de la linera, decidió también crear una escuela industrial con vistas a afincar el oficio textil en el pueblo. De hecho, con vistas a futuro, es precisamente el sureste de Buenos Aires, así como el norte, una de las áreas que se consideran geográficamente aptas para la producción nacional de cáñamo. Del mismo modo, el centro y este de San Luis, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, suroeste de Corrientes y noreste de la Pampa. Sí, la base, o la tierra, está.
Y el equilibrio, también. Acaso el cáñamo camina por esa delgada línea desde la que sopesar desarrollo y sustentabilidad en beneficio de ambos. Lejos de toda disputa, el cáñamo desconoce apuesta fallida. En su partida, ganamos tod@s.