Chaco: encuentro y contraste

FOTOTECA

Una amalgama de colores que nunca se define del todo y no deja de avanzar en la contradicción.

Más que una provincia, Chaco es un gran puente que une el Nordeste con el Noroeste de Argentina. Con 99.633 kilómetros cuadrados, incluye ecosistemas que van desde los pastizales hasta el monte espeso.

Tibios, abstenerse

Variedad del paisaje y diversidad cultural, aquí, van de la mano. Es que los saberes y tradiciones de las comunidades originarias wichí, qom y moqoit (pilagás, guaycurúes, matacos, abipones, lule-vilelas y otras tribus), se combinan con raíces criollas. Pero también con la herencia inmigrante (checa, eslovaca, húngara, polaca, italiana, montenegrina). Semejante entrevero, no exento de conflicto y lucha, da lugar a una paleta que incluye todos los colores menos el gris. Como dice Mempo Giardinelli: “Aquí las pasiones son brutales, las victorias desmesuradas y las claudicaciones escandalosas. Contrastes que fluyen también en la naturaleza. Los chaqueños pueden atravesar al mismo tiempo, según en qué sector de la provincia se encuentren, inundaciones y sequías extremas. Ocurre que aunque gran parte de su extensión se caracteriza por la aridez del suelo, la geografía de Chaco está delimitada por grandes cauces de agua dulce: al Este, los ríos Paraná y Paraguay, y al Noroeste los ríos Bermejo y Teuco.

Celebrar lo diverso

Chaco fue una de las últimas provincias en ser incorporadas al país y su nombre deriva de dos voces: aymará y quechua. Para los aymará, el “Chac´o” era el barro con que se hacía una vasija de cerámica de gran valor en el Alto Perú. Para la cultura quechua, significaba “coto de caza”; un sistema de cacería utilizado en el Imperio Inca. Fue el historiador jesuita Pedro Lozano, quien en el siglo XVIII, observó que cuando los tribunos incas recorrían el territorio del Gran Chaco -parte del Nordeste Argentino, Paraguay y una porción de Bolivia y Brasil-, se asombraban de ver, durante el tiempo en que transcurría el coto de caza, a muchas naciones conviviendo y celebrando en armonía. A partir de allí comenzó a llamarse Chacú a la reunión o encuentro de naciones.

Chacú

Haciendo siempre honor a su nombre, esta provincia rinde culto a la memoria de Fernando, un perro callejero y sabio que todas las noches: “rumbeaba hacia la música, sonara donde sonara”, como lo recuerda en sus libros el escritor uruguayo Eduardo Galeano. Hace honor a su modo de llamarse esta provincia en cuya ciudad capital, Resistencia, los vecinos pueblan las calles de esculturas en vez de arrinconarlas en las casas. ¡Aunque le restan tantos encuentros y justicia pendientes!