Un sabor amargo cautiva el paladar cuando ese aperitivo tan característico argentino tiene lugar antes de una determinada comida. El amargo forma parte de toda una mística nacional, la de la “picadita”. Reunidos ante la mesa, esperando llegada de la comida amigos o familia difunden estas copas de predominante trago amargo que seguramente se matizarán con algún toque de diversión.
Qué es un amargo
El amargo es una bebida que deja en el paladar ese mismo sentimiento de sabor que su nombre proclama. La mayoría de los amargos suelen rebajarse con soda y dado que se define a este grupo bajo esa sensación que produce es aceptado ubicar al clásico Fernet dentro de esta clasificación. Cuando llega el amargo a la mesa llueven ritmos y e instrucciones. “Pasame la soda”, “ponele hielo”, “cuidado que está muy puro”. Porque esa bebida amarga tiene un extraño sentido de dotar al paladar de un sabor que cualquiera dudaría en calificar de agradable pero que espera y que se busca para completar la picada.
Cómo se prepara un buen amargo
La clave de un aperitivo amargo es la proporción. Un cuarto de amargo se diluye en 3 medidas de agua o soda. Si se le agrega hielo se tiene que tener en cuenta el agregado de líquido que los cubos congelados proporcionen porque lo importante es que esa astringencia que brinda el amargo se mantenga siempre intacta. El amargo batalla contra la sed abriendo además un espacio de sabor que se debe saber rescatar.
Cómo se acompaña el amargo
La mejor compañía del amargo, en principio, son las amistades; pero también son los quesos algunas de las mejores opciones. El queso tiene una capacidad neutralizadora del sabor que hará que cada sorbo que se beba del amargo sea semejante al disfrute y la reacción que produjo el primer acercamiento.
Es una bebida sin alcohol por lo que el límite lo pondrá el propio placer, el contenido de la botella o la llegada del plato principal que seguramente venga cortejado de alguna otra bebida con la que el amargo se habrá de reemplazar.