Estromatolitos, esa bocanada de vida

FOTOTECA

¿Sabía que los estromatolitos permitieron la vida en la Tierra? Tras millones de años, aún viven en Argentina cual preciado recurso.

 

Casi, casi como la historia del huevo y la gallina. Así fue el asunto entre la Tierra y los estromatolitos, pues unos vinieron con la otra. Y es que difícil pensar a una sin los otros. ¿O es que acaso es posible pensar en nuestro planeta tal y como la concebimos sin oxígeno? Vea usted, hace unos 3.500 millones de años, los estromatolitos hicieron de las suyas: se estima fueron ellos quienes liberaron este preciado gas a la atmósfera, creando así la capa de ozono (recordemos, es el ozono un gas compuesto por tres átomos de oxígeno) y, por tanto, posibilitando la vida en la Tierra. Ahora bien, por si las dudas estaba creyendo que los estromatolitos ya habían caído en extinción cual dinosaurios, he aquí la sorpresa. ¡Es posible aún encontrarlos en acción! Y sí, en lugares tan preciados como remotos. Entre los pocos de ellos, Argentina.

En síntesis

Porque primero lo primero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de estromatolitos? Su nombre proviene del griego stróma, que significa “capa”,  y lítho, “piedra”. Es decir, capas de piedra: estructuras minerales estratificadas a modo de láminas, constituidas por las llamadas cianobacterias. ¿Y de qué tratan estas buenas mozas? Bacterias que, al contener clorofila, son capaces de realizar la fotosíntesis, liberando así oxígeno y captando dióxido de carbono. Al ser estas bacterias los fotosintetizadores más antiguos del mundo es que los estromatolitos por ellas concebidos se hayan fosilizado en diferentes eras. El caso es, habiéndose ya constituido la capa de ozono y siendo la Tierra un planeta poblado de vida ¿será que aún los estromatolitos aun siguen en acción? La respuesta es… sí.

Labor extrema

Las cianobacterias y, por ende, los estromatolitos siguen haciendo lo propio solo en algunas específicas zonas del planeta. Bahía Tiburón en Australia, Cuatro Ciénagas en México, Yellow Stone en Estados Unidos y la Puna Argentina. ¿Y por qué en aquellos tórridos y remotos pagos norteños? Porque su alta exposición a los rayos ultravioletas así como la baja tensión de oxígeno, la salinidad y la marcada amplitud térmica propician un ambiente semejante al de hace 500 millones de años: la llamada era arcaica, aquella en la que se produjeron los grandes plegamientos que dieron origen a cadenas montañosas y actividad volcánica (siendo precisamente la Puna, región de montañas y volcanes doquier). Claro que para aquel entones no había capa de ozono, y he allí la entrada en acción de los estromatolitos. Solo que aunque ello difiera hoy, es la similitud de condiciones ambientales lo que determina que aún lo hagan. De hecho, es precisamente en dichas condiciones extremas que son capaces de captar dióxido de carbono allí donde los vegetales –tradicionales encargados– no pueden. Es más, no solo de captación va el asunto, sino de fijación: es decir, convertir el dióxido de carbono –carbono inorgánico– en compuestos orgánicos. Sí, alentadora noticia ante el calentamiento global que ya estamos viviendo.

Laguna de Socompa y Ojos de Mar en Tolar Grande, Salta. Caldera del volcán Galán, Catamarca. Escenarios tan alucinantes al ojo humano como despojados, pero, por sobre todo, ricos en un recurso inadvertido a los ojos. Pues así como la flora o la fauna, los estromatolitos que aún hoy allí batallan por oxigenar el aire son acaso ese preciado recurso menos pensado, pero tan necesario que vale la pena entender su razón de ser, su accionar allí donde no se sospecha ni se frecuenta. Recogiendo el guante del saber ancestral que tantas veces desde estas líneas hemos pregonado, redoblamos la apuesta, pues, rindiéndonos a la madre Tierra. Así como ha sabido propiciar la vida en su propio seno, también procurar su continuidad. De respetarla y dejarla hacer vaya tal vez la consigna.

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