Una belleza capaz de enamorar hasta a la más esquiva lente fotográfica. Esa sea, tal vez una de las mayores certezas que el Fuerte Argentino arroja, a simple vista, sobre la escena patagónica rionegrina. Todo lo demás, suposiciones y leyendas bienintencionadas mediante, es puro interrogante. Colosal e impávido, de pie a tan solo 42km de la balnearia localidad de Las Grutas, el Fuerte Argentina invita a ser descubierto. Y allá vamos…
Pasando lista
¿Qué si su carácter mesetario lo convierte en una especia de balcón marítimo? Desde luego que sí, pues el panorama del Golfo San Matías resulta inigualable desde sus alturas. Una realidad que, por cierto, no pasó inadvertida para el popurrí de personajes que han sabido habitarlo: aborígenes, conquistadores, piratas, militares, científicos y, sí, viajeros. Claro está, además de pobladores de la zona, aquellos que, dicen que dicen, de acuerdo a la verosímil condición de todo aquello que la historia ha dado a llamar “boca a boca”, existió en su cima un fuerte español cuyos cañones apuntaban derechito y sin titubeos al horizonte oceánico. Cómo verá, acercarse era cosa de valientes. Imagine, pues, la de historias de corsarios y caballeros medievales que el Fuerte Argentino esconde bajo su rocosa superficie.
Alta custodia
¿Y si la historia nos remontara siglos y siglos atrás? Tratándose del Fuerte Argentino, vaya si es posible. Tanto es así que el Grupo de Investigaciones Esotéricas “Delphos” llegó a publicar un informe en el que, concluye, el Cáliz Sagrado habría llegado a dichas latitudes para ser protegido en un sitio secreto. ¿Los fundamentos? Cartas de navegación de la época medieval cuyas coincidencias con la geografía patagónica habrían causado tan asombrosa deducción. De acuerdo a la teoría del “Delphos”, tras la crucifixión de Cristo, el Cáliz fue trasladado por Apóstol Felipe, María Magdalena, Nicodemo y José de Arimatea hasta el sur de Francia; para luego recalar en las islas británicas. De allí que, varios siglos después, fuera el mismísimo “Caballero Parsifal”, descendiente directo de José de Arimatea, y luego de que una lucha marítima lo llevara a navegar sin rumbo durante días, quien recalara en una costa desconocida, en la que divisa una especie de fuerte. ¡El Fuerte Argentino! Aquel al cual, años después, regresaría para llevar la reliquia. ¿Y si el Cáliz Sagrado verdaderamente estuvo aquí?
Todo un principado
El hecho es que si la cima del Fuerte Argentino ofrece inmensidad doquier, ¿imagina usted desde lo que podría admirarse de solo sobrevolar la zona? Por suerte, hubo quien se sacó las ganas… ¡Quién otro que Saint-Exupery! De hecho, sus dibujos ofrecen coincidencias varias con el paisaje que circunda la Fuerte Argentino. Le digo más, las recurrentes ilustraciones de acantilados y bordas que ofrece “El Principito” no parecen azarosas. ¿Podría ser la ilustración de la boa y el elefante una representación cuyo contorno evoca a la meseta del Fuerte Argentino? ¿Y si el pozo de agua del que el protagonista extrae agua durante la historia fuese uno de los tantos pozos de agua dulce que ofrece la zona del Fuerte Argentino? Preguntas sobran. Coincidencias, también.
Así pues, queda lugar para un interrogante más; aunque con una respuesta contundente, sin esbozo de duda alguno. ¿Qué la Geología también tiene tela para cortar aquí? Absolutamente: restos fósiles y caparazones de moluscos son menester de la paleontología; al tiempo que ratifican la invaluable condición del Fuerte Argentino. Tierra de belleza, misterio y mucha, pero mucha, historia.