Fundación San Telmo, por amor al arte

FOTOTECA

¿Sabía usted que nuestra pulpería albergó arte a sus anchas? De la mano de un francés, la Fundación San Telmo lo hizo posible. Pase y vea.

Que en los pulperos pagos de Defensa 1344 hay historia, de eso no caben dudas. ¿Y si le decimos que el arte no se queda atrás? Porque en nuestra casona hubo talento doquier, hoy rescatamos de su memoria a la Fundación San Telmo, aquella que engalanó las paredes de la hoy pulpería Quilapán a puro color e inspiración.

La fundación fundada

Corría el año 1970 cuando la histórica construcción se hacía de flamantes dueños: don Jorge Santiago Helft y su esposa, doña Marion Eppinger. Fundadores de la fundación San Telmo, ambos hicieron de su nueva propiedad un reducto de arte como pocos. Restauración del arquitecto Osvaldo Giesso mediante, fue entonces cuando se instalaron como piso interno de la casona aquellos rectangulares adoquines de madera provenientes del actual museo de Arte Moderno: para entonces, el abandonado depósito de tabaco de la fábrica Nobleza Picardo. Sin embargo, quienes darían que hablar serían las paredes, verdaderos atriles de las obras que desfilaron por el lugar para deleite de visitantes y hasta del propio Helft. ¿Qué si para muestra un botón? Por supuesto: a puertas abiertas desde 1980, la Fundación San Telmo albergó 97 exposiciones, 680 conciertos, 300 conferencias y hasta se dio el gusto ofrecer clases de teatro. Porque de lienzos no solo fue la cosa hasta el año 1992, cuando la fundación finalmente abandona la casona. ¡Pero quién le quita lo bailado!

Arte, divino tesoro

Y para que tenga idea del festín artístico que se dio por estos lares, le contamos que entre los artistas expuestos en Defensa 1344 se encuentran  nada menos que, Luis Benedit, el maestro Jorge Luis Borges (quien hasta se despachó con una conferencia sobre Xul Solar, en obras también presente), Guillermo Kuitca, León Ferrari, Marta Minujín y Antonio Berni (con velita de cumpleaños número 75 y torta incluida) entre tantos otros. Así como lee, un lujito que pocos espacios conserven en su acervo. Incluso, la colección Borgiana en manos de Helft ha constituido el acervo más importante sobre la vida del escritor. De igual modo, el Archivo Macedonio Fernández incluyó desde manuscritos y fotografías así como colecciones completas del novelista y poeta, y hasta algunas correspondencias con colegas de la talla de Adolfo Bioy Casares y Victoria Ocampo. Arte y más arte para la Fundación San Telmo, representado íntegramente por colecciones privadas del mentado padre de la criatura: un coleccionista de pura cepa y, por cierto, de origen francés. ¡Alcoyana, alcoyana!

Tras la huella francesa

Lo de Jorge Helft fue ir contra la corriente. Cuando los ojos de los coleccionistas se posaban sobre las colecciones extranjeras, el francés apostó por las creaciones nacionales. Y a buen puerto lo condujo su afilado gusto… Nieto e hijo de anticuarios, mamó el arte desde la cuna y en suelo parisino hasta que la Segunda Guerra Mundial obligó a la huida. Fue entonces cuando, previa escala de ocho años en Nueva York, la familia se instaló en Buenos Aires. Promediaba la década del ’50 cuando se hizo de sus primeras adquisiciones, más no fuera para decorar su casa. Pero el coleccionismo propiamente dicho tocaría a su puerta en la década del ’60, cuando el remanente de su salario no tendría para él mejor destino que el arte. Ya paro los años ’70, llego el turno y la posibilidad de hacerse de originales.

Idas y vueltas

¿Qué si el camino fue fácil? Como todo, ha tenido sus vueltas y sinuosidades. De hecho, la Fundación San Telmo fue cerrada dos semanas después de su apertura por un viejo conocido: el gran arquitecto José María Peña, para entonces director del Museo de la Ciudad. El motivo fue la construcción antirreglamentaria del anfiteatro con capacidad para 120 personas en el segundo patio y la demolición de la fachada. Peña solicitó la reconstrucción de la fachada siguiendo los planos de una fachada del siglo XVIII. Entonces, sí, con todo en orden, la Fundación San Telmo pudo reabrir, dejando su huella en las historia y hasta en la estructura de la propia casona en la que cobra vida nuestra pulpería. Así lo hizo durante 12 años, para luego abandonar estos pagos en presencia más no en espíritu.

Bar, restaurante, escuela de tango, hostel… Los destinos de Defensa 1344 fueron múltiples desde el adiós de la Fundación San Telmo hasta nuestra llegada. Solo que lejos de “todo borrón y cuenta nueva”, bien vale rescatar de los cimientos del ayer todo cuanto sigue alimentando el hoy. ¿Coleccionismo el nuestro? De distinto cariz más de similar intención, las puertas de estos queridos pagos siguen abiertas para vivir la mejor de las experiencias a las que la historia es capaz de invitar.