Independiente, a la gloria con el diablo

FOTOTECA

A puro fuego y diabluras, Independiente sí que conoció la gloria. Pase y conozca el camino al cielo de un rey de copas.

El suyo fue el nacimiento menos pensado. Pues Independiente no surgió en una esquina o un potrero; sino en una tienda: “A la ciudad de Londres”. ¿Descabellado? No tanto si recordamos que el fútbol vino desde pagos ingleses. Por lo que, casi que en un guiño a la historia, los mandamases del comercio decidieron dar pique a la redonda y crear, para alegría de sus empleados, el llamado Maipú Football Club. Eso sí, el éxito fue tal que no hubo lugar para todos. Por lo que la muchachada más purreta decidió hacer rancho aparte y crear su propia institución. Fue un 4 de agosto de 1904, en la mesa de un bar, donde un nuevo grande de la Argentina daría que hablar. ¡Viva la independencia, nomás!

Al rojo vivo

Independiente Football Club se oficializó en asamblea el 1 de enero de 1905. Y unos días más tarde se eligió el primer atuendo con el que dar lustre al verde césped: pantalón azul y camisa blanca con ribetes y bolsillos azules. ¿Y el rojo? No fue sino hasta 1908 que comenzó a pintar su camiseta. ¿Tal vez por inspiración del equipo inglés Nottingham Forest, durante una gira en 1905? ¿Por qué entonces adoptar dicho color tres años después? Precisiones se buscan, pero el caso es que el rojo acabaría bautizando cariñosamente al “Rojo”, convirtiéndose en los colores de su gloria en vida. Aquella cuyo camino comenzó a esbozarse ya en 1912, con la invitación a participar de la Primera División. El primer título llegaría 10 años después, sí, pero con qué campañón: 30 victorias, cinco empates e igual número de derrotas. Nunca tan bien dicho, el que espera no desespera…

No soy de aquí ni soy de allá

¿Y de casa, qué comentar? Independiente tuvo tres canchas en Capital Federal ¿Sabía? Primera, en la calle Boyacá, entre los pagos de Flores y Paternal. La segunda, tras ser desalojado de aquella, en la actual Donato Álvarez y San Martín; pero la cercanía de los hornos de la ladrillo presentes en la zona no propiciaba las mejores condiciones para el césped. Por lo que hubo una tercera, más no la vencida: un campo de deportes alquilado transitoriamente en la avenida Alvear. Es que el sueño del techo propio seguía desvelando a Independiente. O más bien, diría el destino, de la “visera”. Y por partida doble. Así fue como, ya en el Gran Buenos Aires, un terreno en la calle Manuel Ocantos le valió la localía por un tiempo. Pero como las inundaciones estaban a la orden del día, un nuevo traslado a la avenida Mitre (en el epicentro de Avellaneda) parecía asomar como el hogar definitivo. Parecía, sí, porque un incendio quemó la cancha y, como se dice, todos los papeles. ¿Qué haría entonces Independiente? La esquina de Alsina y Coredero se alzó en el horizonte, así como los sueños de grandeza que el equipazo de los años ’20 en ella germinó. Fue entonces que Hugo Marini, periodista de diario Crítica, instaló el apodo de Los Diablos Rojos. Pura chispa de pasión en los corazones.

Goles son amores

¡Ángel alado! Pasará un milenio / Sin que nadie repita tu proeza, / Del pase de “taquito” o de “cabeza”, / Tras una multitud gritando: ¡Arsenio…!  Y qué mejor retrato que el Cátulo Castillo y su tango para el gran Arsenio Erico, goleador de los goleadores sobre el césped de las canchas argentinas. Y casi que sin queriendo. Vea usted, oriundo de Paraguay, acabó en suelo nacional por acción de la Cruz Roja, quien envió un equipo de fútbol a la Argentina para recaudar fondos en el marco de la Guerra del Chaco, librada entre Paraguay y Bolivia allá por los años ’30. Y allí, en un partido disputado en la cancha de Boca, los dirigentes de Independiente lo vieron brillar. Era soldado y tenía apenas 17 años; pero pasta de futbolista como pocos. La suficiente como para forjar en Independiente una trayectoria de lujo: sus 47 goles en 1937 fueron récord en el fútbol argentino (recién superado en 1975 por Héctor Scotta, de San Lorenzo). Y como si fuera poco, al año siguiente se despachó con 43. Ni uno más ni uno menos, ya que la marca de cigarrillos homónima ofrecía un regalo para el futbolista que convirtiera ese número de tantos. Y Erico no dio puntada sin hilo… Eso sí, aunque inolvidable en los corazones rojos, Independiente ha sabido jactarse de una delantera completa: Rodolfo Micheli, Carlos Cecconato, Carlos Lacasia, Ernesto Grillo y Osvaldo Cruz. Quinteto que debutó el 6 de abril de 1952 nada menos que con River Plate. Era derrota 3 a 0, sí, fulera, pero Independiente acabó por empardar. Y mucha más historia de la buena esta tromba habría de redactar. Pues así, completita, fue a parar a la Selección Nacional. Música para los oídos y gritos de gol a rabiar.  

Sigo siendo el rey…

Largo peregrinar en del Rojo, ¿verdad? Per vaya si le valió la gloria, pues su casa definitiva vaya si dio que hablar. En 1928 se inauguró con el flamante orgullo de ser el primer estadio de cemento en Sudamérica. Sí, la famosa “Doble Visera” (demolida y convertida en un nuevo estadio, tras 78 años de historia), aquella en la que el Fútbol con mayúscula vaya si se pavoneó. Y es que con tanto buen pie sobre sus césped, Independiente se convirtió, a fuerza de títulos en el Rey de Copas. En 1964 fue el primer equipo argentino en obtener la Copa Libertadores de América. Y para el 29 de agosto de 1976 (apenas ocho años más tarde), ya gritaba su título número 12 a nivel internacional. Al día de hoy, nada menos que 18. Sí, los mismos que Boca Juniors. Por lo que el cetro es compartido, pero lo de Independiente fue bien parejito: casi y casi que un título por década. Libertadores del ’64, ’65, ’72, ’73, ’74, ’75 y ’84. Copa intercontinental en el ‘73 y ’84. Interamericana en el ’73, ’74 y ’76 –¡años locos fueron los ‘70!–. Spercopa ’94 y ’95. Recopa ’95. Sudamericana 2010 y 2017. Y Copa Suruga Bank 2018. Tomá mate…

¿Habrán pensado los muchachos de la tienda que, más que a Londres, sería el suyo un camino al cielo? A la gloria con el diablo, sí, señores. Porque, este grande del fútbol, sí que sabe…

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