Buenos Aires –patria hermosa–,
tiene su pampa grandiosa;
la pampa tiene el ombú.
Como una brújula en medio de la Pampa se asoma el ombú como esa naturaleza creada para ponerse, por completo, al servicio de todo paisano. Se lo llama erróneamente árbol pero su poca madera hace que, en cuestiones de clasificación, llegue a denominarse arbusto o hierba. Se lo considera el árbol hito de la Pampa y cuando se hace presente no hay quien pueda negar el predominio de la llanura. Tan viejo y legendario es que se dice erróneamente que el hijo se Colón fue el que llevó la especie a Europa.
Sombra de cuidar
De origen sudamericano, el ombú lleva el nombre científico de Phytolacca Dioica y un nombre poético, “el árbol de la bella sombra”. La denominación ombú parece provenir de un dialecto de Brasil que aludía a la sombra que se generaba gracias a la suma de ramas y follaje. Tiene una forma irregular, ovoide y crece constantemente por lo que se recomienda no plantar cerca de edificaciones puesto que la rudeza de sus raíces puede levantar cualquier superficie. También se dice del ombú que enseña a mirar con detenimiento la naturaleza puesto que sus retoños pueden clasificarse en femeninos o masculinos según la forma, color y aspecto que presenten.
Refugio de la Pampa
Cuenta la leyenda que cuando Dios dio a cada árbol una virtud, todos eligieron belleza o distinción por alguna cualidad vinculada con lo estético mientras que el ombú eligió ser servidor de la humanidad por que se le dio la gracia de ser grande, fuerte y fornido para que fuera refugio del apremiante sol de la Pampa o para que pudiera abrazar con sus grandes raíces a los paisanos que cansados de pastorear a su ganado se echaran a dormir una siesta. De hecho se convirtió también en un refugio de los perros, fieles servidores del campo que entre las raíces maderosas encuentran una cuna y un sostén. Pero no todo lo que brilla es oro y antes de que te sientes bajo una copa de ombú ¡fijate si es tan saludable como la leyenda lo pinta!
¡Necesitamos de tu experiencia paisano!
Y si bien la leyenda cuenta que a la sombra de un ombú se puede lograr el descanso abrasador, una especie de “contra leyenda” rebate un poco la idea, tal vez ya basada en concepciones más científicas. Esta versión refutaría la propuesta de lo salubre y vital de una siesta bajo el ombú. ¿Por qué? Porque las ramas tan bajas de esta especie de arbusto, algunas de las cuales prácticamente tocan el piso, armarían como una especie de pared que impediría el paso del oxígeno y por consiguiente la siesta no sería tan pacífica ni acogedora.
No tuve la suerte de reposar bajo ningún ombú, ni siquiera de intentarlo… por ello necesito de tu experiencia parroquiano para que me cuentes si vos has intentado ir a favor o en contra del mito y si me lo estás contando, ¡ya habrás respondido parte de la inquietud!
Con siesta o sin ella, si hay ombú, hay Pampa, y si hay Pampa buscá por ahí algún ombú que siempre habrá alguno para cumplir la regla.