Como una suma de senderos que conducen hacia los lugares más recónditos, se constituye el Parque Nacional Los Alerces donde todo acapara la mirada y el misterio se encuentra a flor de piel. Es que esa quietud y belleza imperantes parecen esconder secretos que viajeros y turistas han intentado constantemente develar. ¿Lo habrá conseguido alguno?
Nacido para preservar el paisaje
En 1937 se establecen Los Alerces como un Parque Nacional. Nace a raíz de la necesidad de preservar, bajo ciertos códigos de conservación, una belleza natural que ante toda vista parecía estática, como una estampa capaz de ser observada tan solo a través de una pintura. Y esa magia capturada se fue incrementando en colores intensos para la vegetación y pureza de las aguas. Tal vez la creciente perfección de ese ambiente paradisíaco situado en la provincia de Chubut, condujera a que se lo pensara como escenario para las más ocurrentes ficciones, que hoy siguen divulgándose como un gran atractivo.
El rey que le dio origen
El Parque Nacional Los Alerces, como buen territorio Mapuche, tiene en cada partícula esa mítica ancestral. ¿Por qué se siente uno parte de un misterio cuando transita los bosques, disfruta los ríos o se funde con la mirada en el profundo paisaje? Dicen antiguos preceptos que todo lo construyó el amor y esa particular postura tiene un fundamento: algo que haya sido creado bajo la búsqueda de la armonía que solo el amor puede dar, no debe ser destruido. Detrás del Parque Nacional Los Alerces se encuentra la obra del rey sol Antú. Dicen las voces populares que una vez ese rey se encontró con una doncella que lloraba desconsoladamente y que, al verse conmovido, quiso aplacar su tristeza. La joven se encontraba desahuciada pues no hallaba refugio para pasar el invierno y que no disfrutaba de esa monotonía. Entonces, Antú, ante tal declaración construyó un río donde la joven podría beber el agua cristalina o tomar los peces para alimento, ambientó todo con hermosos lagos y rodeó el predio de bosques para que fueran su abrigo. Pájaros, flores y mariposas serían sus compañeros. La joven disfrutó de todo lo que Antú para ella había creado, pero al día siguiente, cuando el sol la buscó ella ya no estaba y en su lugar quedaron sus primitivas lágrimas que se convirtieron en el rocío de la mañana. Mientras que durante el atardecer, se ven los suspiros de Antú desplazándose en reflejos por el lago.
Senderos que se bifurcan
Los senderos se abren entre los bosques, las aguas y los pequeños prados para que los paisajes sean accesibles desde múltiples perspectivas. Así se podrá llegar a los lugares en que los primitivos habitantes dejaron plasmadas sus creaciones artísticas: las pinturas rupestres mapuches. También hay accesos para una pequeña cascada, la Yrigoyen o miradores increíbles como el del Lago Verde.
El Parque Nacional Los Alerces, es esa conjunción de la naturaleza primitiva que resiste, que evoca y que da cuenta, por lo tanto, de cuánto ofrece el espectáculo de los paisajes en estado puro. ¿Visitaste Los Alerces? Contame tus sensaciones y si no lo hiciste, sumalo a la lista de esos lugares que te cambiarán la percepción.