San Juan es tierra de contrastes, de clima seco y aire puro al respirar. El colorido ocre de su árida geografía se interrumpe por el verde intenso de los viñedos. Cual remanso en medio de un oasis, las bodegas provinciales componen la “transitada” Ruta del Vino. Hacer un alto en ellas para saborear un buen vino es -acaso- el “puntapié” inicial para disfrutar de este singular destino. Saciada la sed del buen sabor, el camino continúa.
Rumbo este
Un recorrido por la homónima capital sanjuanina invita a desplazarse en el tiempo. Descubrimos la casa natal de Domingo Faustino Sarmiento; así como la celda histórica de San Martín, desde donde preparó la campaña libertadora a Chile.
Rumbeando hacia el este, bien vale una parada en el santuario de la Difunta Correa: pura devoción hacia esta santa popular que, aún después de muerta, amamantó y dio supervivencia a su hijo.
Brújula en mano, Ischigualasto aguarda para capturar nuestro asombro. Más conocido como el “Valle de la Luna”, este Parque Nacional garantiza fascinación: curiosas formaciones rocosas, talladas por el viento y el agua durante millones de años, encandilan los sentidos.
Aventura en el oeste
Bajo la atenta mirada del Aconcagua, el pequeño pueblo del Barreal es la “joya” del valle de Calingasta. A bordo de carros a vela, la “Pampa del Leoncito” invita al conocer el vértigo de la velocidad en tierra… ¡y sin motor! Aunque aquí también vale la pena apunta la vista al cielo: el Leoncito es reconocido mundialmente por las condiciones que presenta para la observación de astros. ¡Cómo no visitar su complejo astronómico!
La mítica Ruta 40
Surcando el país en toda su longitud, la Ruta 40 nos conduce al norte provincial, donde guanacos y vicuñas conviven con cóndores y zorros colorados en el Parque Nacional San Guillermo. Un buen cordero o chivito repone energías y permite experimentar en “paladar” propio las bondades de la cocina sanjuanina. Jáchal, próximo destino enclavado en la Ruta 40, alberga todos los años a la Fiesta de la Tradición, reavivando en sus festejos el arraigo a las viejas costumbres y tradiciones criollas. De más está decir… Estamos todos invitados.
San Juan abre las puertas para descubrir sus tesoros. ¿Cómo decir que no?
